Medio ambiente

La justicia social y justicia ambiental deben ir de la mano

En medio de la crisis ambiental no debemos separar a la justicia social y justicia ambiental

Vista de un río y árboles

Foto: Pixabay

LatinAmerican Post | Vanesa López Romero

Cada 20 de febrero se celebra el Día de la Justicia Social, una fecha declarada por la ONU en 2007 para crear promover los esfuerzos que se centran en enfrentar la pobreza, la exclusión y el desempleo para generar la igualdad de oportunidades independientemente de la clase, raza, el género ni el lugar de donde se venga. La justicia social está fuertemente ligada a los derechos humanos a los que, lastimosamente, muy pocas personas pueden acceder en su totalidad. Además, hay otra relación que es clave en el momento que vivimos como humanidad: la justicia social y la justicia ambiental. 

La relación entre justicia social y ambiental

Cuando hablamos de justicia social nos referimos a la necesidad que hay de que los individuos, estados, gobiernos, comunidades y entidades reconozcan cuáles son las fallas e inequidades de las que son víctimas millones de personas alrededor del mundo. Para la UNICEF estos son problemas que pueden trabajarse, pero que se dejan muchas veces de lado por la incomodidad que implican atacarlos directamente. 

¿Y la justicia ambiental? Si bien es claro que la naturaleza no es un ser humano, el medio ambiente también debe ser un sujeto que goce de derechos, ya que nuestra existencia como especie depende en gran medida de él y del estado en el que se encuentre. Además, que no se sea humano no significa que no se esté vivo. Hoy en día vemos cómo, debido a las actividades humanas, el medio ambiente está deteriorado y problemáticas como el cambio climático tienen cada vez menos posibilidades de reducirse. 

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La relación entre la justicia social y la justicia ambiental reside en que las causas de las crisis ambientales son en su mayoría responsabilidad de los países más desarrollados, que precisamente han basado su desarrollo a costa de otras regiones en vías de desarrollo.

Si nos remitimos a la colonización lo podemos ver claramente. Para extraer de la tierra se pasó por encima de seres humanos. Lo seguimos viendo hoy, regiones como África o Latinoamérica y zonas en vías de desarrollo de Asia hoy se encuentran viviendo las consecuencias de la contaminación que se ha producido en esos lugares a causa de las actividades económicas de las potencias mundiales. 

El problema es que, si bien los líderes mundiales ya están prestando más atención a la problemática ambiental, sus propuestas se alejan en gran medida de la justicia social, es decir, no tienen en cuenta que a la hora de proteger un territorio natural también se debe proteger a la comunidad nativa que lo habita. Además, cuando esas propuestas se vuelven tratados, muy pocas veces vemos acciones. Los presupuestos, las iniciativas, las ganas por luchar en contra del cambio climático se queda en el papel. 

Lo que sí podemos ver es cómo cientos de comunidades viven en desnutrición mientras que la ganadería extensiva e intensiva son la causa de la deforestación en el Amazonas. O podemos ver a comunidades como la de Bangladesh con enfermedades genéticas debido a la contaminación en sus ríos debido a los desechos de la industria textil. La justicia social, entonces, debe pensar en la justicia ambiental, y la ambiental en la social. Si se piensan como enfoques diferentes y se trabajan aisladamente, no se está atacando al problema de raíz, sino que se están poniendo pañitos de agua tibia. 

 

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