El youtuber que se cansó de la fama
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La meta de un youtuber es lograr millones de suscriptores, vivir de eso y ser reconocido mundialmente. Ese fue el caso de Juan Paéz, pero pronto se cansó la fama
La juventud tiene nuevos ídolos y carreras soñadas. Si bien antes había un montón de jóvenes queriendo ser como Ronaldinho o Beyoncé, hoy hay millones de seguidores de youtubers que no solo se saben hasta qué marcas de zapatos usan, sino que sueñan con pagar la vivienda y el mercado haciendo videos no para una empresa, sino para su propio canal.
Read in english: The youtuber who got tired of fame
Esta realidad no demoró mucho en llegar desde que fue creado Youtube en el 2005. Canales como Smosh, WhatTheBuckShow y LisaNova, desde la creación de la plataforma, encantaron a los usuarios de esta nueva plataforma y rápidamente generaron una fanaticada que estaba pendiente de sus próximos lanzamientos.
Este fue el sueño de un quinceañero colombiano del momento, de nombre Juan Páez. Luego de seguir más que todo youtubers cómicos como Shane Dawson, en el 2009 Juan creó su propio canal de Youtube. Se grababa en su casa con una cámara digital, contando su vida y creando algunas escenas cómicas. Los subía a Youtube Colombia, un canal dedicado a compartir videos hechos por y para colombianos. Rápidamente empezó a ganar suscriptores hasta captar la atención de otro youtuber compatriota, Juanchosebe.
Él lo conectó con otros nuevos youtubers colombianos nuevos para que este nuevo grupo de realizadores audiovisuales se conocieran y pudieran trabajar en conjunto. Entre este nuevo grupo de youtubers estaban FrijolTV, Paisavlogs y David Echeverry. Rápidamente se volvieron amigos, se reunían por Skype a hablar de la vida e ideas para videos y para cuadrar reuniones con sus fans (llamadas convivencias). Cabe recordar que para este entonces, estos eran la primera camada de youtubers colombianos. No había nadie delante de ellos y eso que la mayoría aún no habían cumplido la mayoría de edad, como Echeverry o Páez.
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Para el 17 de abril del 2011, estos youtubers presentaron un evento en un sitio de la zona rosa bogotana llamado Casa Jaguar. El motivo era el primer encuentro nacional de youtubers con sus seguidores. Para sorpresa de los realizadores, el evento fue todo un éxito. Al sitio no le cabía un alma, según cuenta Juan Páez. Los youtubers invitados contaron chistes, tocaron música y, claramente, grabaron a su público, cuya gran mayoría, por no decir en su totalidad, eran menores de edad enloquecidos por estas nuevas estrellas. Luego de este evento, los youtubers se creyeron el cuento de que podían vivir de producir videos. Se dieron cuenta de que estaban empezando a ser figuras públicas.
No estamos usando este término con ligereza. Desde antes de que empezara esta década, el youtuber se convirtió en una nueva figura pública que empezó poco a poco a igualar la grandeza y notoriedad de otras figuras como deportistas o músicos. Según Filmora, el youtuber más rico, DanielDTM, que se dedica a grabarse jugando y comentando videojuegos, tiene una fortuna estimada de 17 millones de dólares. Nada mal para ser youtuber, ¿no? Bueno, si bien en el 2009 las ganancias de los youtubers no eran tan astronómicas, los más grandes del mundo sí podían darse el lujo de vivir gracias a sus videos y personajes, como los chicos de Smosh o Ryan Higa de NigaHiga.
Este primer grupo de youtubers colombianos, si bien no lograban monetizar sus contenidos lo suficiente como para poder pagar arriendo, servicios públicos y mercado, eran celebridades para los menores. No era raro que un youtuber como Juan Pablo Jaramillo o el mismo Páez fueran a un centro comercial y se encontraran al menos tres fanáticos que les pedían fotos.
Les hacían dibujos y se los compartían en redes sociales. En los comentarios de sus videos, les declaraban un amor desbordado simplemente por compartir sus realizaciones. En sus cuentas de Twitter, podían escribir que querían un tarro de Nutella y algún seguidor se los hacía llegar. Convocaban una convivencia en determinado parque y caían al menos veinte personas a interactuar con sus youtubers favoritos. Sabemos que veinte no es un número despampanante, pero cabe aclarar que esto era solo el comienzo.
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Todo esto suena genial, mucho más para alguien como Juan que era un chico que no tenía muchos amigos en el colegio, que lo molestaban, que era introvertido y bastante tímido. Pasar de ser alguien invisible en el colegio a ser alguien popular y querido en internet, si bien suena como un sueño realizado, para Juan se convirtió en una pesadilla.
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“Me llamaban a la casa a decirme cuánto me querían. Salía a comer afuera y me pedían fotos. Tenía cientos de comentarios en los videos que detallaban lo mucho que me querían. Me abrumó esa fama tan repentina que gané y me empezó a afectar. Me enfermé. Me volví rancio. Me volví frío. No podía estar tranquilo. Era demasiada atención para mí”.
Por un momento estaba hechizado. Tenía un montón de amigos. Lo invitaban a fiestas. Lo respaldaba un montón de desconocidos. Admiraban sus creaciones. Sin embargo, la fama se desbordó y quiso salir de esa burbuja. Además, se sintió desconectado de su persona real. Ante la cámara, Juan era un tipo extrovertido, carismático, con mucho por decir. En la vida real, era tímido, introvertido y callado.
“Siento que la gente en verdad estaba adorando al personaje que creé, a ‘el panda, 2el panda power’. Yo no soy el panda, yo soy Juan Páez. Sí, el panda era una parte de mí, pero no del todo. Me di cuenta de que estaba creando contenido en función de mi audiencia y no de mí. Siempre debía mejorar mi personaje. Debía ser más perfecto. Tener mejor ropa. Dientes más blancos. Eso me dañó la cabeza un rato. Me di cuenta de que yo no quería ser perfecto. Yo quería y quiero ser yo”.
Fue en el 2014 que decidió alejarse del estrellato youtuber para ser una persona más normal. Paró de subir videos a youtube. En su cuenta de Twitter, empezó a escribir lo que de verdad quería, sin filtro, y muchas veces eso le consiguió problemas con sus fanáticos. Sin embargo, logró su cometido.
“Sentí que empecé una nueva vida y me encantó. Empecé a salir con gente de mi barrio, con gente que conocía antes de volverme youtuber. Me sentí como Juan Paéz. Empecé a grabar otras cosas, completamente alejadas de lo que hacía antes. Ya no me regalan cosas, ya no me escriben tanto, ya no me piden fotos en la calle, pero disfruto lo que hago y me siento tranquilo”.
Hoy en día, Juan Páez estudia cine, graba y publica lo que siente que es importante documentar. Tiene por ahora diez videos montados en su canal y 13.000 suscriptores. Varios de sus videos son verticales, una técnica poco convencional porque se pierde el ancho de la imagen, pero que tiene su encanto. Cuando hablamos de la fama desmedida y su relación con los fans, pude ver en sus ojos el terror de estar siempre expuesto.
Siempre que decía que se sentía rancio y cansado por sus fanáticos, empezaba con una disculpa, pues sentía que sonaba como un engreído más que ve sus seguidores como simple números. La reflexión más importante que nos deja este personaje es que, si uno por cuestiones de la vida termina siendo una pequeña celebridad, toca estar preparado o si no uno termina siendo miserable.
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LatinAmerican Post | Pedro Vergara
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