Cómo Miami se convirtió en la capital de la clase media de América Latina
Mientras miles de inmigrantes pobres tratan de cruzar a Estados Unidos por la frontera sur de México, otros, mucho más pudientes, llegan a Miami sin atraer tanta atención mediática y sin tanta polémica.
Armados con permisos de trabajo, con mayor formación que los latinos que llegan a pie por la frontera, con altas expectativas y deseos de avanzar, muchos de ellos llegan a Miami y compran casas con piscina, jardín y acceso a buenas escuelas.
Mientras el candidato republicano a la presidencia Donald Trump promete construir un muro a lo largo de la frontera con México, apenas se habla de los migrantes que llegan a Miami, una metrópolis de 2,5 millones de habitantes, en la que casi el 70% de la población es hispana.
El español se habla en casi todas las partes y la mayoría lo asume sin verlo como un problema.
Puente entre culturas
Juan Pablo Restrepo es de Colombia. Vive con su mujer y su hijo cerca a la playa. Trabaja de curador musical en Mood Media, una compañía que suministra música que se escucha en los comercios en todo el país.
“Miami es muy atractivo para los latinoamericanos. Pueden estar en Estados Unidos, con todas su ventajas, pero al mismo tiempo mantener su raíces culturales”, dice Restrepo a BBC Mundo.
“También es un puente entre ambas culturas, la anglo y la hispana. Si vas a otros lugares en el país, sientes mucho más las tensiones raciales y culturales”.
Restrepo es parte de la diáspora latina que ha convertido Miami en la ciudad de Estados Unidos con el mayor porcentaje de residentes nacidos fuera del país, cerca de un 51% de la población, según to Guillermo Grenier, profesor de Sociología de Florida International University.
“Los cubanos comenzaron a llegar (después de la Revolución) en 1959 y después de eso fueron llegando latinos desde diferentes países”, dice Grenier.
En los últimos años han seguido a los cubanos cerca de 100.000 latinoamericanos de ingresos medios desde Colombia, Argentina, Venezuela y Brasil, entre otros, dice el sociólogo a BBC Mundo.
“Si eres un empresario de América Latina puedes venir a Miami, porque tienes una audiencia, un mercado. Puedes hacer cinco llamadas en español y establecer la infraestructura para tu negocio”, añade, y subraya que cerca del 25% de los negocios en el estado de Florida son de propiedad de inmigrantes latinoamericanos.
Posición diferente
Grenier ve que los hispanos en Miami ocupan una posición diferente en la estructura de poder en comparación con lo que sucede en otras partes de Estados Unidos.
“En Los Ángeles, cuando uno escucha español, suele ser el idioma de los camareros o el que usan los jardineros cuando cortan el césped del jardín. En Miami la gente que es la dueña del restaurante y el césped es la que habla español”.
Los que se oponen a la inmigración aseguran que eso supone un obstáculo para el lugar de acogida, pero por el contrario, en Miami muchos ven en eso una oportunidad de negocio.
Mercedes Guinot, agente inmobiliaria, vende muchas casas a inmigrantes latinos pudientes.
Estima que el 80 por ciento de sus clientes son de América Latina que pagan de promedio US$450.000 por casas de tres o cuatro habitaciones con jardín y piscina.
“Suelen pagar al contado”, dice antes de reunirse con un posible cliente en Weston, un barrio de Miami con jardines cuidados y paisaje exuberante que es el hogar ahora de muchos venezolanos, por lo que se le conoce como “Westonzuela”.
Argentinos, venezolanos y brasileños, entre otros, han encontrado en Miami un refugio para sus inversiones dada la inestabilidad de sus países.
Y la llegada de estos migrantes acomodados crea posibilidades de trabajo para la población local.
Jarrod Judson nació en el norte del estado de Florida. Tiene una empresa que presta servicios de aseo y mantenimiento a las casas en los barrios residenciales de Miami.
Cuando se mudó a esta ciudad hace unos meses, decidió bautizar a su empresa como “Servicios El Gringo”, pues así lo conocen muchos de sus clientes y amigos en esta ciudad de abrumadora mayoría latina.
Muchos de los que lo contratan hablan solo español, un idioma que él desconoce. “No me molesta que tantos hablen español aquí en Miami”, le asegura a BBC Mundo.
¿Ha eludido entonces Miami por completo la controversia sobre la inmigración tan viva en otras partes?
En cualquier caso no fue así en el pasado no tan lejano. Los residentes locales aún recuerdan las tensiones que siguieron al referéndum de 1980 que declaraba el inglés como idioma oficial de la ciudad, decisión vigente hasta comienzos de 1990.
Buscaron entonces (en vano) contener la gran influencia del español.
Dominio latino
Con el paso de los años, un gran número de residentes anglosajones, incómodos con el tsunami demográfico que convirtió una tranquila ciudad del sur en una gran metrópolis latina, se mudaron una vez que el balance de poder en Miami se decantó claramente del lado de la comunidad hispana.
Sólo cerca del 15% de los residentes del condado de Miami Dade, donde se ubica Miami, son blancos no hispanos, según Grenier.
Pero nadie debería pensar que la vida es sencilla para los latinos que emigran a Miami.
Así lo subraya Kathy Riaño-López, una abogada de inmigración nacida en Colombia.
“El primer caso de inmigración que gané fue el mío propio”, dice Riaño a BBC. La abogada llegó a Estados Unidos en 2004 solicitando asilo por persecución política en su país natal.
A pesar de estar graduada en prestigiosas universidades de Colombia y España, recuerda que necesitó años para conseguir que le reconocieran sus títulos en Estados Unidos.
La otra cara
Cerca del 70% de sus actuales clientes son de Venezuela, gente que huye del caos del país.
“Muchos están dispuestos a venir a este país y hacer trabajos que nunca considerarían hacer en casa”, dijo.
Es de prever que en el futuro próximo continúe la atracción por una ciudad que representa las aspiraciones de los latinoamericanos ricos de una vida de seguridad, estabilidad y comodidad.
Y la propia Miami está dispuesta a abrazar la diversidad cultural que llega con ellos, además de la prosperidad económica que han ayudado a crear en su ciudad de acogida.
BBC Mundo | Luis Fajardo