ANÁLISIS

Nicaragua quiere parecerse a Venezuela usando reformas sociales

A pesar de la relativa estabilidad de Nicaragua, el malestar generado por las reformas económicas, la censura de la libertad de prensa y el creciente inconformismo por las directrices de la política nacional empiezan a dar indicios de una crisis que podría asimilarse con la venezolana

Nicaragua quiere parecerse a Venezuela usando reformas sociales}

Las reformas del seguro social impulsadas por el gobierno del presidente Daniel Ortega, que pretendían subir el porcentaje de cotizaciones y reducir la cantidad de contribuciones a las jubilaciones (afectando a los trabajadores y al sector privado), tuvieron como consecuencia las airadas protestas e inconformismo en Nicaragua que fueron foco de atención para la prensa internacional. A pesar del anuncio sobre la cancelación de dichas reformas, el inconformismo no parece apaciguarse.

Read in english: Nicaragua wants to be like Venezuela using social reforms

Nicaragua se ha caracterizado por ser uno de los países más seguros, con fama de ser uno de los países menos violentos, y por mantener niveles de crecimiento económico superiores en Centroamérica. No obstante, la violencia actual empieza a cuestionar dicha etiqueta de uno de los países más seguros de Latinoamérica, y el porcentaje de pobreza en dicho país es muy alto según cifras del Banco Mundial.

La apertura económica, el aumento en la inversión extranjera y las perspectivas de crecimiento económico no se reflejan en el aumento de la calidad de vida de sus ciudadanos. Nicaragua sigue siendo uno de los países menos desarrollados de América Latina: el difícil acceso a los servicios básicos, los cuestionables resultados electorales en elecciones pasadas, la creciente censura de los medios de comunicación que empieza a generar aires de dictadura, la prohibición del aborto en cualquier caso y la rapidez con la que crece el capital económico del presidente y su círculo cercano, fueron caldo de cultivo para que se generaran las protestas que estamos observando actualmente. Pero la gota que derramó el vaso fue la reforma generada desde el Instituto Nacional de la Seguridad Social.

Lo social y económico empieza verse afectado por las repercusiones en temas de seguridad y de inversión extranjera, los cuales son los principales pilares que han permitido a Nicaragua sobresalir en la región.

Esta situación recuerda un poco, aunque a menor escala, la vivida por Venezuela. Guardando distancia de los casos, las constantes y duras manifestaciones, los altos números de muertos resultados de las mismas, las quejas sobre violaciones de Derechos Humanos, una gran cantidad de ciudadanos inconformes y buscando que el ejecutivo abdique y que las elites se enriquezcan a gran velocidad demuestra un grado de similitud entre la situación de los países y sus crisis.

Para Nicaragua, la principal preocupación en un corto y mediano plazo es que se vea afectada la economía por la situación social que vive el país. Bien lo ha dicho el Presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada, José Adán Aguerrí: “Aquí hay una situación que tiene un enorme impacto, y los resultados, más allá de los millones de dólares en pérdidas (por los saqueos y el vandalismo), se van a ver en los meses siguientes”. A lo que se refiere Aguerrí, es que la inversión extranjera pueda verse reducida, la cual ascendió, en 2017, los 1.500 millones de dólares.

Por otro lado, las manifestaciones no cesan a pesar del retiro de la reforma de la seguridad social. Según cifras de la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua han desaparecido 15 personas y han resultado alrededor de 63 muertos, datos muy diferentes presentadas a las del gobierno, el cual registran solo 10 muertos. Ante los hechos de abuso de poder por parte de la fuerza pública, activistas y defensores de Derechos Humanos han presentado denuncias contra el presidente, la vicepresidente (esposa de Daniel Ortega) y la jefa de la Policía Nacional.

Para llegar al caso de Venezuela, Nicaragua debería caer en una gran crisis económica como la tuvo en 1986. Fue precisamente en esta época, cuando Daniel Ortega se posesionaba por primera vez, bajo el sandinismo, como presidente. Fue allí cuando se nacionalizaron varias empresas privadas, se implementó una política monetaria expansiva y se imprimió una gran cantidad de dinero, provocando una hiperinflación, cuya única cura fue el cambio de moneda y la implementación de un gobierno diferente en 1990.

En contra posición a su pasado gobierno, Ortega ha cambiado la forma en la que ve la política y la forma de implementarla. Características como la apertura económica del país, la mano de obra barata, la implementación de Zonas Económicas Especiales, impuestos especiales a los extranjeros y sus tratados de libre comercio con Estados Unidos (en temas de chocolate, café y plátanos) demuestran que Nicaragua es un atractivo para que empresas de otros países vayan a invertir y que su economía no se vea estancada.

Para este país, es fundamental solucionar el inconformismo generado por el rápido crecimiento económico de las elites del país, una regulación injusta de impuestos y aportaciones a la seguridad social y las leyes contra opositores y la libertad de prensa. Para ello parece empezar a resaltar el papel de la iglesia, maestros y algunos líderes políticos para concertar una mesa de diálogo y que dicho conflicto no desencadene en algo más grave, situación que actualmente viven millones de venezolanos.

 

Latin American Post | Juan Sebastián Salguero

 

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