Ciudades costeras deben adaptarse para hacer frente al cambio climático
El cambio climático amenaza al mundo entero, pero las ciudades costeras son las que corren el peligro inicial.
El problema con el calentamiento global no solo es el calentamiento global per se, sino también su carácter “mitológico”. Foto: Pexels
LatiAmerican Post | July Vanesa López Romero
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Read in english: Coastal Cities Must Adapt to Survive Climate Change
Las consecuencias del cambio climático cada vez son más cercanas y se hacen más reales. Las películas de catástrofes no están tan lejos de la realidad, aunque en este tipo de producciones muestran los desastres naturales repentinos y la realidad es que ya los estamos viviendo y estos siguen aumentando y acelerándose con el paso de tiempo y haciéndose más caóticos. Los informes que han presentado organizaciones internaciones apuntan a que si no tomamos acciones efectivas e inmediatas, estaremos más cerca que nunca de la extinción del planeta tierra y de la raza humana.
Uno de los territorios a los que le respira en la nuca esta problemática son las ciudades costeras, que si bien han sido reconocidas históricamente por su facilidad comercial al ser también puertos, en los años venideros estarían afrontando catástrofes por su ubicación poco privilegiada.
¿Por qué las ciudades costeras están en peligro?
Los gases de efecto invernadero y emisiones que son producidas por las industrias poco o nada sostenibles alrededor del mundo hacen que la temperatura global aumente. Cuando la temperatura global aumenta se produce el deshielo en los casquetes glaciares y el nivel del mar se eleva. Esto implica, por supuesto, que las ciudades costeras, las pequeñas islas y las poblaciones árticas, se ven amenazadas por el aumento del nivel del mar.
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Básicamente lo que sucederá es que veremos realizado el mito de la Atlántida: una ciudad entera bajo el mar. Estos territorios están expuestos a sufrir los primeros golpes catastróficos a gran escala. Ya hemos visto tsunamis arrasar ciudades en las últimas décadas; ahora esto podría convertirse en algo más común de lo que esperamos.
La urgencia sobre este hecho ha crecido en las últimas semanas debido a un informe preliminar del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, en donde se menciona que las urbes costeras están en "la línea de frente" del cambio climático. Asimismo, se calcula que, para 2050, más de 300 millones de personas se verán afectados y/u obligados a abandonar sus hogares, pues este tipo de territorios se convertirán en territorios mortales.
El mundo entero debe adaptarse
El problema con el calentamiento global no solo es el calentamiento global per se, sino también su carácter "mitológico". Se habla tanto de él a modo de lo que sucederá en el futuro que se presta poca atención a lo que está sucediendo ahora y a le urgencia de tomar decisiones y acciones inmediatas para evitar esas consecuencias. Además, cabe la pena resaltar que las grandes industrias que han creado sus millones a partir de producciones no sostenibles, y que le temen al cambio porque este puede afectar su bolsillo, se han encargado de crear un halo de misticismo y mentira alrededor del cambio climático, tachándolo como algo que no es importante ahora y que no afecta al ser humano directamente en este momento. Pero son afirmaciones basadas en el privilegio, pues hoy en día las comunidades más vulnerables sí están viviendo las consecuencias del cambio climático.
Y es que no son solo las ciudades costeras, esas que están en la primera línea, las que deben adaptarse para evitar o menguar las consecuencias que veremos en los próximos treinta años. La sociedad en su totalidad debe entender que así como los más vulnerables son primero, y ahora las ciudades costeras están en el ojo del huracán, el resto de los territorios son tan solo el siguiente eslabón en una cadena de víctimas que se cobrará la destrucción que nosotros mismos hemos provocado.
La solución es clara: hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en orden de mantener la temperatura a un nivel que evite las catástrofes que tanto ha explotado Hollywood. Ahora, del dicho al hecho hay muy trecho, pero si ese camino no se comienza a recorrer ahora mismo, no habrá historia que contar.