Medio ambiente

“Airpocalypse”: cuando el aire que respiramos se vuelve tóxico

Suena a una película de catástrofe de Hollywood, pero es una consecuencia del cambio climático. El llamado "airpocalypse" amenaza la vida de los seres humanos como la conocemos.

Gente en una calle llena de smog

En este momento, la calidad del aire en muchísimos países está en riesgo. Una de las consecuencias más grandes del calentamiento global es los incendios forestales, que a su vez causan más emisiones que debilitan la capa de ozono. Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | Vanesa López Romero

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El aire es un elemento vital para la vida de los seres humanos. Nuestra especie necesita de él para sobrevivir en un ambiente seguro, tan solo un poco de falta de aire pone en riesgo todo nuestro cuerpo. Pero este necesita ser filtrado por el sistema respiratorio para evitar que ciertas partículas afecten nuestra salud.

Debido a la importancia de este elemento, cada 14 de agosto se celebra el Día Intermericano de la Calidad de Aire. Esta fecha busca generar consciencia sobre la importancia de cuidar la calidad de lo que respiramos todos los días y al que constantemente estamos expuestos, pues por más impresionante que sea el cuerpo humano, hay ciertas partículas sumamente tóxicas y peligrosas tan diminutas que no pueden ser filtradas antes de entrar a nuestro organismo. 

El protagonista sigue siendo el mismo: el calentamiento global

En este momento, la calidad del aire en muchísimos países está en riesgo. Una de las consecuencias más grandes del calentamiento global son los incendios forestales, que a su vez causan más emisiones que debilitan la capa de ozono. Esto no solo está produciendo que la temperatura global aumente con mayor velocidad, sino que también produce que el aire que se queda dentro de la capa de ozono y que viaja a través de corrientes, se llene de micropartículas muy peligrosas para el bienestar de los seres humanos y de otras especies. 

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Con las impresionantes olas de calor que azotaron a gran parte del mundo durante este verano, la preocupación por este fenómeno se ha vuelto a desatar. Después de haber vivido una pandemia en la que se ha tenido que hacer uso de tapabocas por casi dos años, nos damos cuenta de que lo más probables es que tengamos que acostumbrarnos a usarlo por el resto de nuestras vidas. Puede que eventualmente no haya un virus mortal respirándonos en la nuca, pero nos encontraremos con que el aire que respiramos todos los días puede ser mortal, e incluso el uso de una mascarilla quirúrgica no sea del todo efectiva, por lo que probablemente tendremos que recurrir a mascarillas que filtren mejor el aire que está a punto de entrar a nuestro cuerpo. 

El "Airpoalypse" no es algo nuevo, ronda hace décadas

Cuando notamos que lo que nos mantiene vivos puede llegar a ser nuestra sentencia de muerte, tiene mucho sentido que a este fenómeno se le llame "Airpocalypse". Sí, suena un poco exagerado e incluso así se podría llamar una película de cine catástrofe, pero, como suele suceder, ese género de ficción es cada vez más cercano a la realidad. La humanidad inicio un conteo regresivo del aire que podemos respirar el día en el que la industrialización se volvió nuestra mayor prioridad.

El conocido "smog" comenzó como algo lejano que vimos a mediados de la década del 2010, cuando en Beijing, China, los ciudadanos comenzaron a utilizar mascarillas en su diario vivir para protegerse de las contaminación del aire. En la televisión podíamos ver brumas gigantes en las que era claro que respirar podía volverse algo sumamente difícil y peligroso. Hoy, ese "cuento chino" se ha vuelto el diario vivir en países de África, Asia Oriental y Norte América. 

Las corrientes de aire, también a consecuencia del calentamiento global, han descendido y se mantienen más bajas provocando que el O2 que respiramos en nuestro diario vivir se vuelva tóxico. En las última semana se han llegado a contar más de 1000 microgramos de partículas tóxicas por metro cúbico de aire. Nuestra salud está en juego. Debemos actuar rápido, de lo contrario tendremos nuestra supervivencia contada. 

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