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Donald Trump reutiliza su fórmula electoral: México el enemigo externo

Las recientes declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump parecen inspiradas en su exitosa campaña a la Casa Blanca de 2016.

Donald Trump junto a López Obrador

Foto: Flickr-La Casa Blanca

LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio

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Trump vuelve a la carga contra México en pleno año electoral en Estados Unidos. Las recientes declaraciones del expresidente contra su vecino del sur marcan su regreso en pleno a la política estadounidense de cara a las elecciones intermedias y, sobre todo, con el objetivo puesto en las presidenciales de 2024. Trump parece intentar replicar la campaña de 2016 con su característico antimexicanismo que le permitieron llegar a la Casa Blanca. ¿Qué efectos tuvo en 2016 y qué efectos tendrá ahora?

México, el enemigo perfecto de Trump

El sábado 23 de abril, Donald Trump volvió a hablar de México durante un mitin en Ohio. Sus declaraciones no fueron amistosas, al contrario, el vecino del sur ha vuelto a ser el foco de atención que él mismo creó en 2016. México se ha convertido en el enemigo perfecto para Trump, uno que difícilmente puede responder de forma contundente a nivel diplomático o económico y del que ha aprendido a sacar partido en cuanto lo necesita. En el mitin, Trump se refirió en específico al episodio vivido en 2019, durante su presidencia, en el que presionó a México para convertirse en tercer país seguro y al que exigió también poner un blindaje militar en sus fronteras norte y sur. El republicano amenazó a México con imponer un 25% de aranceles a sus productos: "Ahora es viernes, y el lunes voy a poner un 25% de aranceles", lo que obligó a México a aceptar casi todo, exceptuando el ser tercer país seguro. Trump terminó su humillación con: “Nunca he visto a nadie doblarse así”.

El expresidente pudo haber aprovechado la invasión a Ucrania por parte de Rusia para utilizar a este último como objeto de sus ataques, no obstante su turbia relación con los rusos y el fantasma de su intervención en las elecciones estadounidenses han hecho de México un mejor objetivo. La política migratoria de Biden ha abonado también esta situación, pues el actual presidente echó atrás los acuerdos de tercer país seguro mediante una orden ejecutiva en febrero del 2021. Así, las declaraciones tuvieron eco rápidamente en México. López Obrador y su canciller, Marcelo Ebrard, han minimizado lo dicho por Trump, adjudicando todo al clima electoral en Estados Unidos, siendo una mera herramienta de campaña. 

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El efecto de Trump en 2016

Parecía una paradoja que en una nación construida por migrantes un candidato antiinmigrante y racista estuviera arriba en las encuestas. Lo importante es que aunque México era su "piñata", como ha hecho la analogía López Obrador, para Trump todos los migrantes latinoamericanos, asiáticos y musulmanes eran un peligro para los Estados Unidos. Es un sentimiento xenófobo que le permitió llegar a la presidencia pese a perder el voto popular, gracias al sistema electoral. Grupos del mismo pensamiento con tintes nacionalistas se alinearon rápidamente con Trump, quien bajo el lema "Make America Great Again" ("Haz a Estados Unidos grande otra vez") dio voz al lado más radical de los Estados Unidos.

Durante el gobierno de Barack Obama se redujo la tasa de desempleo a 4.9% en 2016, según datos del portal Statista, dato cercano al 4.6% previo a la crisis financiera de 2008. Sin embargo, Trump logró convencer a una parte del electorado de que el desempleo se encontraba en uno de sus peores momentos, además de que los migrantes y la competencia desleal de otros países como China eran los responsables de la situación. Para rematar, los mexicanos (e indirectamente los latinoamericanos) también pasaron a convertirse en "violadores" y "asesinos" en su su discurso de odio, en el que también entraron los musulmanes.

Trump prometió así una política aislacionista y nacionalista, que impulsara de nuevo la industria estadounidense y lo cumplió. El expresidente se retiró de acuerdos ambientales, distanció a su país del G7, inició una guerra comercial con China, dejó fuera a Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), impuso aranceles a metales como el acero de la Unión Europea y, a nivel Norteamérica, renegoció el Tratado de Libre Comercio (Antes TLCAN/NAFTA ahora T-MEC) con Estados Unidos y Canadá, con base en amenazas de romper el acuerdo e imponer aranceles. México tuvo que aceptar la mayoría de sus exigencias ante la imposibilidad de defenderse de la presión comercial.

El efecto Trump en México

En 2016, México era gobernado por Enrique Peña Nieto. Después de la buena relación con Obama, de 2012 a 2016, el gobierno mexicano apostó por Hillary Clinton. Las declaraciones de Trump en aquella campaña de 2016 reforzaron el apoyo de México a los demócratas. Como una forma de afrontar la situación, Peña Nieto aceptó recibir en México a Trump, casi al grado de visita de Estado, pese a que Trump era apenas un candidato, quien aprovechó esta situación a su favor volviéndola una humillación para el presidente mexicano. Esta actuación le costó mucho políticamente al partido de Peña Nieto, el PRI. Una vez que Trump llegó a la presidencia, no olvidó el apoyo de México a Clinton, generando así una relación difícil con Enrique Peña Nieto. En las elecciones de 2018, López Obrador llegó a la presidencia con un discurso nacionalista y en contra de Trump, impulsado también por la fallida relación de Peña con Trump. La relación AMLO-Trump parecía encaminada al desastre. No obstante, López Obrador fue cuidadoso, ambos presidentes tenían discursos similares (en el nacionalismo, no en la xenófobia) por lo que lograron crear cierta empatía y entablar una relación por momentos amistosa y llena de elogios, evitando la confrontación a toda costa por parte del mexicano. Aunque Trump en el fondo no olvidó su discurso y sus promesas, mantuvo una relación funcional que sirvió a sus intereses y que ahora busca repetir.

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