Justicia Climática: la financiación de proyectos ambientales afecta a América Latina
Irónicamente, los países que más contaminan son los que menos sufren con los efectos del calentamiento global, además de ser los que menos responsabilidad estarían asumiendo frente a esta situación, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Sussex.
Foto: Freepik
LatinAmerican Post | Christopher Ramírez
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El cambio climático más que una simple tesis gestionada por “ambientalistas desesperados” es una realidad que la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha asumido desde hace más de 30 años, con la mayoría de las potencias mundiales como máximas responsables de esta crisis medioambiental.
“Mucha gente piensa que el cambio climático significa principalmente temperaturas más cálidas. Pero el aumento de la temperatura es sólo el principio de la historia. Como la Tierra es un sistema, en el que todo está conectado, los cambios de una zona pueden influir en los cambios de todas las demás”, explica la ONU, asegurando que el aumento de calor es solo una de las muchas consecuencias autodestructivas que el ser humano ha ejercido sobre el planeta en los últimos dos siglos.
Según la información de esta organización internacional, “las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad”.
Sin embargo, esta situación más que quejas, requiere de un verdadero accionar político, económico y social con el cual poder soportar los cambios que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) detalló en el Sexto Informe de Evaluación desarrollado en 2021, en el que aunque, en resumen, se confirma el calentamiento del planeta, también se dan esperanzas de que se está a tiempo de lograr un verdadero cambio.
La injusticia climática
Ahora bien, para contrarrestar los efectos catastróficos del calentamiento global, no solo es necesario adoptar un cambio de mentalidad, sino también una postura mucho más realista de quién o quiénes son los mayores responsables de esta crisis mundial y la forma cómo están aportando a la lucha contra las actividades contaminantes en el planeta.
De acuerdo con un nuevo estudio de la Escuela de Negocios de la Universidad de Sussex (Reino Unido), de los más de 2.200 millones de dólares destinados para más de mil proyectos medioambientales, al menos el 36 % se destinaron para adaptación al cambio climático, mientras que la mitigación climática a través de sistemas energéticos, así como el transporte y la movilidad recibieron 28 % y 13 %, respectivamente. Por su parte, la geoingeniería recibió un 12 % de este presupuesto y la descarbonización industrial un 11 %.
No obstante, aunque el dinero está y sí se ha invertido para contrarrestas los efectos negativos del calentamiento global, así como las acciones que han llevado al mismo, lo cierto es que dichas inversiones no se han realizado de forma justa en todo el planeta. El informe de la Universidad de Suxxes, desarrollado por la Unidad de Investigación de Políticas Científicas (SPRU, por sus siglas en inglés), confirmó que “la financiación de la investigación climática en las últimas tres décadas se ha distribuido asimétricamente con el Reino Unido (40 %), la Unión Europea (27 %) y los Estados Unidos (11%) recibiendo casi las cuatro quintas partes de todos los fondos desembolsados para una muestra de 1.000 proyectos analizados por los investigadores”.
Así, el estudio añade también que los países en desarrollo (América Latina y África), apenas aparecen en la lista de territorios que reciben una parte de la inversión para la lucha contra el cambio climático.
“La financiación enormemente desproporcionada otorgada al Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea afecta adversamente a los países de bajos ingresos de manera desproporcionada en el logro de transiciones justas (…) está claro que esto es una falla significativa para respaldar una respuesta verdaderamente global al mayor desafío del mundo”, indicó Benjamin Sovacool, profesor de Política Energética en la SPRU de la Escuela de Negocios de la Universidad de Sussex.
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América Latina, ¿zona discriminada?
Lo peor de esta situación es que la llamada Justicia Climática no solo no es visible en términos económicos, sino también sociales. La ONG Ayuda en Acción explica que “el cambio climático (…) es un tema político y ético”, que infortunadamente no es afrontado como tal por las potencias mundiales.
De acuerdo con el Banco Mundial, aunque en los países de renta alta solo vive una sexta parte de la población mundial, estos emiten 44 veces más dióxido de carbono (CO2) que los países de escasos recursos en los que viven la mayor parte de los seres humanos.
Por su parte, el Panel Internacional de Recursos (IRP) indica que los países con mayor Producto Interno Bruto (PIB), son también los que más recursos consumen: al menos diez veces más que los países más pobres del mundo.
Y es esto lo que refleja el Índice de Riesgo Climático Global (IRC) de Germanwatch, que por medio de un mapa desarrollado en 2020 muestra, precisamente, que son los países a los que se les ha invertido mayor dinero para el cambio climático, los que menos lo necesitan. La lista de países más afectados en los últimos 20 años por eventos climáticos de gran destrucción, derivados del calentamiento global, la lideran Puerto Rico, Myanmar y Haití; es decir, dos de las naciones del Top 3 están en la zona latinoamericana.
“Las personas y países más empobrecidos son las que más están sufriendo esta crisis (la del cambio climático), pese a ser precisamente las que menos responsabilidad tienen”, concluye Ayuda en Acción.