¿Qué es el “efecto Volcker” y por qué el reciente anuncio de la FED puede impactar en Latinoamérica?
A propósito de la subida de las tasas de la FED analizamos los riesgos para América Latina con la era Volcker aún en la mente.
Foto: Paulo JC Nogueira, uscourts.gov
LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio
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Cuando comenzó la pandemia en 2020, los expertos vaticinaron un escenario económico nada halagüeño, ya que los distintos sectores de la economía global se verían afectados. El bajo crecimiento y el aumento de la inflación en Estados Unidos han pasado la factura a todo el mundo, incluyendo a Latinoamérica. Los norteamericanos han tratado de contener la inflación aumentando las tasas de interés de la FED, hecho que produce ansiedad en América Latina que teme un nuevo "efecto Volcker".
América Latina ya conoce la receta de la FED
La inflación en las principales economías de América Latina se ha mantenido al alza en lo que va del año, Brasil con una tasa anual de 8.73% y México con 8.70%. Su nivel de inflación se sitúa por debajo del de Europa, donde el Reino Unido promedia un 9.9% anual y la Unión Europea el 9.1%, aunque al mismo tiempo las economías latinoamericanas tienen una inflación mayor a la de Estados Unidos, que promedia el 8.3%, según datos de los bancos centrales. Mientras tanto, economías como las de Venezuela (114.1%) y Argentina (78.5%) se encuentran en números sensibles ante los aumentos de tasa de la FED.
Pese a registrar los peores números en décadas, las economías latinoamericanas podrían considerarse preparadas ante cualquier cambio en la FED, la experiencia de la era Volcker ha "vacunado" a estas economías ante esta receta ya conocida. En los años 80 la FED, encabezada por Paul Volcker, utilizó la tasa de la institución como arma para combatir la inflación de los Estados Unidos, que a corto plazo evitó su crecimiento, pero que a mediano y largo plazo devastó las economías latinoamericanas, esto debido principalmente a la caída en los precios de las materias primas, de las cuales la región es una de las principales proveedoras. Lo peor no fue eso, la situación empeoró cuando al aumentar las tasas las deudas de los países latinoamericanos también lo hicieron generando la denominada "crisis de la deuda" en la región que colapsó a las industrias. En esa época la tasa de la FED pasó del 3% en 1972 hasta el 19% en 1981, lo que llevó a que la inflación llegara a un "exitoso" 2.5% que para el mundo, y principalmente América Latina, resultó ser nada agradable.
Las deudas de América Latina al acecho
En los años 80 el nivel de endeudamiento de los países latinoamericanos era alto, pasando de $16,000 millones de dólares en 1970 hasta $243,000 millones en 1980, de acuerdo con datos de la Universidad Complutense de Madrid. Con la crisis de la deuda, esta cifra se duplicó a lo largo de la década, la llamada "década perdida" pues los países de la región comenzaron su recuperación hasta los años 90, aunque de forma accidentada tras las crisis de 1994 en México y de 2001 en Argentina. Brasil, Argentina, México, Perú y Venezuela concentraron la mayor parte de la deuda regional, el 80%.
En 2021 los países más endeudados son los centroamericanos, mientras que México y Brasil se encuentran en los últimos lugares con 45% y 39% de deuda respecto al Producto Nacional Bruto, según información de la agencia Bloomberg. En este listado, Argentina es el país sudamericano con una deuda que representa el 68% de su PNB. Ante una escalada en la tasa de la FED la deuda argentina puede desatar una nueva crisis, este ha sido uno de los temas más sensibles en el país en las últimas dos décadas, llegando casi al impago y a punto de recibir severas sanciones internacionales. El caso de Venezuela es extremo, la inflación fuera de control, el crecimiento nulo y el aislamiento económico solo se agudizarían con tasas más altas, ya que podría tener un efecto directo sobre los precios del petróleo.
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Los riesgos del aumento de las tasas de la FED
Los riesgos directos del aumento de tasas en la FED se pueden rastrear de la década perdida: el aumento del desempleo y la recesión son los costos de la reducción forzada de la inflación, aunque de entrada la apreciación del dólar parecería benéfica, esto podría traer nuevamente una caída en precios de materias primas, reduciendo el poder adquisitivo de las economías de la región que difícilmente podrían controlar su inflación y menos aún afrontar el pago de deuda. Argentina es uno de los más claros ejemplos recientes.
La salida de capitales por las atractivas tasas de la FED dejaría en declive al sector productivo latinoamericano, que reduciría la capacidad de compra de los ciudadanos y empresas, hecho agravado por el desempleo y la inflación creciente. Desde luego, es una prospectiva catastrófica basada en la experiencia de los años 80. Sin embargo, las condiciones actuales no distan mucho de las de aquella época, la deuda de los países latinoamericanos sigue siendo alta considerando la proporción respecto al PNB de cada nación. El sector productivo sigue ligado a materias primas y combustibles, principalmente en Brasil, México, con el petróleo, y Argentina, con cereales y carnes.
La esperanza para la región
Pese a la preocupación de los bancos centrales de América Latina, sí hay una diferencia notable respecto a la gestión de Volcker en los años 80: la economía estadounidense tiene serios problemas estructurales que la hacen vulnerable a sí misma. Esto significa que, al igual que hace casi 40 años, los niveles de desempleo pueden empeorar, la oferta de crédito se vería afectada y con ello el consumo, además de los bajos salarios. Por último, de acuerdo con información del Real Instituto Elcano de España, la economía estadounidense tenía una deuda equivalente al 100% de su PIB en los años 80, mientras que hoy es del 220%, por lo que elevar las tasas de interés de la FED sin un aparente control podría desencadenar una crisis sin precedentes en un contexto de debilidad económica y guerra. Esto da una esperanza a Latinoamérica, que espera tasas de interés altas en la FED pero a un nivel que los Estados Unidos puedan controlar sin necesidad de reducir drásticamente la inflación como sí buscaron en la era Volcker.