Medio ambiente

¿Por qué el 10% de la población causa la mitad de la contaminación mundial?

Diversos estudios han señalado que el segmento más rico de la población es el que más contamina. En este artículo, analizamos este fenómeno.

contaminación

Foto: Pexels

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos

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Read in english: Why does 10% of the population cause half of the world’s pollution?

"Todos los seres humanos contribuyen al cambio climático, pero no por igual". Así inicia un artículo de la Revista Nature, publicado este año, que realizó un análisis de la desigualdad global de las emisiones individuales de gases de efecto invernadero (GEI) producidas entre 1990 y 2019. Los resultados muestran que el 50 % de la población mundial con menores ingresos emitió el 12% de las emisiones globales en 2019, mientras que el 10 % con más ingresos emitió el 48 % del total.

Estos datos, también son respaldados por un informe de Oxfam y el Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo (SEI), publicado en 2020, que asegura que la desigualdad extrema de las emisiones de carbono es un desencadenante de la crisis climática. Esta investigación hizo un seguimiento de las emisiones anuales generadas entre 1990 y 2015 y encontró que "el 10 % más rico de la población mundial (aproximadamente 630 millones de personas) generó el 52 % de las emisiones de carbono acumuladas, consumiendo casi un tercio (el 31%) del presupuesto global de carbono tan solo durante esos 25 años". 

Por otra parte, en 2021, la Comisión de Sostenibilidad de Cambridge efectuó un informe llamado "¿Cambiando nuestros caminos? El cambio de comportamiento y la crisis climática", en el cual señaló que entre 1990 y 2015 alrededor de la mitad del crecimiento de las emisiones netas las causó el 10% más rico de la población. De ese segmento, el 5% con ingresos superiores causó el 37% de dichas emisiones. Este trabajo pretendía pedir a los políticos de Gran Bretaña que se dirigieran a las élites más ricas del país, para pedir cambios en sus comportamientos. 

"Los ciudadanos más ricos, la ‘élite de los contaminadores’, deben realizar los cambios más drásticos en sus estilos de vida para mantener vivo el objetivo de 1,5 °C. Para alcanzar este objetivo, el 1 % más rico de la población mundial debe reducir sus emisiones en un factor de al menos 30 para 2030", señaló el informe. Asimismo, indicaba que los cambios en el comportamiento individual y el cambio sistémico debían estar vinculados y reforzarse entre sí.

Es decir, pese a que los cambios a nivel macro son los más importantes y urgentes para lograr los objetivos de París, no se puede dejar de lado el papel de la ciudadanía. En este sentido, estamos todos en el mismo barco y la huella de carbono individual suma. Se necesita de una acción colectiva. Asimismo, estos estudios subrayan la necesidad de que las instituciones monitoreen las tendencias en las emisiones de carbono de forma individual para encaminar las políticas de cambio de hábitos, hacia la sostenibilidad, de forma efectiva. 

En este sentido, hoy es necesaria una profunda transformación cultural, que cambie la mentalidad de consumo excesivo, que sustenta una producción acelerada, irresponsable y poco sostenible. 

El impacto individual y de los hábitos 

Pese a que las estimaciones sobre la contaminación mundial y la generación de gases de efecto invernadero suelen reportarse con respecto a los países, y las industrias causan una gran parte de dicha contaminación, los comportamientos individuales de los ciudadanos también suman. La huella de carbono individual está marcada por los hábitos de consumo y el estilo de vida.Un estudio de la Universidad de Leeds, señaló que: "Además, a medida que aumentan los ingresos, las personas gastan más dinero en bienes intensivos en energía, como paquetes de vacaciones o automóviles, lo que genera una gran desigualdad energética. De hecho, los investigadores descubrieron que el 10 % de los principales consumidores utilizan 187 veces más energía de combustible para vehículos que el 10 % inferior". 

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De esta forma se explica que las sociedades más ricas tiendan a tener unas emisiones más altas. No solo se trata de que sus industrias generen más emisiones de gases de efecto invernadero, sino que sus ciudadanos tienden a consumir más. Esto debe sumarse a que las iniciativas de plástico de cero, eficiencia energética de los electrodomésticos e incentivos a los autos eléctricos, entre otras medidas, son recientes. Por ejemplo, países de renta alta como Estados Unidos, Japón o Alemania son los que más residuos plásticos exportan a otros países, usualmente del sur global, como lo señala la organización Break Free From Plastic.

Las excentricidades de los multimillonarios y las celebridades

Las desigualdades en la acumulación de los recursos en el mundo es enorme. Se estima que alrededor del 10% más rico de la población mundial recibe el 52% de los ingresos. En este sector, hay otro pequeño grupo que son los multimillonarios y hoy en día, gracias a las redes sociales, es posible comprobar cómo muchos de ellos tienden a llevar estilos de vida llenos de lujos y excentricidades. 

Por ejemplo, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, especialmente por el fast fashion. Y muchas celebridades son sus impulsoras. Asimismo, los vuelos privados generan altísimas emisiones. Por ejemplo, Taylor Swift ha sido muy criticada por la frecuencia en la que usa su avión, al igual que otras celebridades, para hacer viajes muy cortos que podrían hacer en tren o con alternativas menos contaminantes. Otro caso muy sonado por estos días es el del nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, porque el diario Mirror reveló que paga alrededor de 13.000 libras en energía para mantener caliente su piscina. Se trata de un gasto en energía unas 6 veces superior al de una familia promedio. 

Lo paradójico es que este segmento de la población, en teoría, también sería el que más capacidad tendría de adoptar medidas de ahorro energético en sus viviendas y estilos de vida. De igual forma como sucede con los países de mayores ingresos, que tienen la capacidad económica de hacer la transición energética de forma más rápida. 

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