Estado de financiación de la naturaleza en 2022: las inversiones tendrán que doblarse a 2025
La pérdida continua de la naturaleza se ha convertido en un riesgo sistémico para la economía global. Un nuevo informe de Nature Economy encontró que, en más de la mitad del mundo, el PIB depende de la naturaleza.
Foto: Freepik
LatinAmerican Post | María Claudia Ramírez Pupo
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La naturaleza necesita más financiamiento. A esa conclusión llegaron los expertos del más reciente informe “El estado de financiación para la naturaleza” del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Actualmente, las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) reciben un aporte monetario de US$ 154.000 millones por año. Sin embargo, el estudio revela que a 2025 se debe “incrementar rápidamente inversiones en SbN por hasta US$ 384.000 millones por año”. Para ello, se plantea que “el sector privado debe aumentar significativamente los montos actuales de inversión en US$ 26.000 millones por año, es decir, 17 % más” para hacerle frente a los flujos negativos para la naturaleza.
Juan Camilo Villegas, profesor e investigador de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, Colombia, señala que las SbN regulan el funcionamiento mismo de la naturaleza para resolver problemas, entre otros, como el cambio climático, garantizar la seguridad hídrica, la fertilidad del suelo, las amenazas ante desastres naturales. Además, permiten adelantar acciones para conservar la biodiversidad. Adicionalmente, agrega que “los flujos negativos para la naturaleza son consecuencia de las acciones humanas en las que nuestra extracción de los materiales y la energía del sistema terrestre y sus ecosistemas para, por ejemplo, garantizar la producción y el consumo de bienes económicos, producen desequilibrios en las cantidades de materia y energía que circulan por los ecosistemas, desbalanceando su funcionamiento. Un ejemplo concreto de esto es la distribución global de la biomasa de mamíferos”.
Según Villegas, se ha perdido cerca del 83 % de la biomasa correspondiente a los mamíferos silvestres, mientras que el 96 % de la biomasa de mamíferos está concentrada en ganado para el consumo humano y la biomasa de los propios seres humanos, distribuido así: “60 % de la biomasa de mamíferos es ganado y 36 % es biomasa humana”. Así las cosas, el crecimiento y las actividades humanas representan un detrimento de recursos y energía para el funcionamiento de la naturaleza y, por tanto, son los mayores responsables de la crisis de biodiversidad.
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"Actualmente, los gobiernos proporcionan el 83% de las corrientes de inversión en las soluciones basadas en la naturaleza (SbN); sin embargo, es poco probable que decidan incrementar drásticamente estos flujos debido a los desafíos fiscales relacionados con los conflictos, las deudas y la pobreza (…)”, según la ONU. A esto se suma la urgencia de reducir y eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), restaurar las tierras y medios marinos degradados y cambiar el rumbo de la pérdida de biodiversidad.
En la misma línea, autores del informe puntualizan que descarbonizar los sistemas energéticos y eliminar el uso descontrolado del carbón no bastará si no se complementan con inversiones considerables, detallando cuatro maneras para lograrlo con el apoyo del sector privado: “primero, aumentar las inversiones en cadenas de suministro sostenibles; segundo, reducir las actividades con impacto negativo en el clima y la biodiversidad y compensar los impactos inevitables a través de mercados naturales de alta integridad; tercero, pagar por los servicios ecosistémicos que utiliza y, finalmente, invertir en actividades positivas para la naturaleza".
Asimismo, Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, señala que "(…) esto requiere que los gobiernos, las empresas y las finanzas aumenten masivamente las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza porque las inversiones en la naturaleza permiten asegurar el futuro de las generaciones venideras". Y agrega: “Los datos científicos no dan lugar a dudas. Mientras se emprende la transición hacia las cero emisiones netas para 2050, también debemos reorientar todas las actividades humanas para aliviar la presión sobre el mundo natural del que todos dependemos”.
La naturaleza es la opción de inversión más firme e imprescindible para aumentar la resiliencia económica y el bienestar humano. El informe constituye un llamado de atención para duplicar la financiación en favor de la naturaleza desde ahora hasta 2025
ONU
Hace poco se desarrolló la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27) donde los países más golpeados y vulnerables por la pérdida de biodiversidad y la crisis del cambio climático lograron hacer un llamado a la comunidad internacional para que actúen inmediatamente, porque el tiempo no da espera y los efectos negativos en la salud del planeta y quienes lo habitan, cada vez son más notables.
Durante este encuentro se lanzaron algunas propuestas llamativas de países latinoamericanos como la creación de un “gran bloque” que buscaría proteger y restaurar la selva amazónica. Cabe recordar que en el último informe “Planeta Vivo 2022” del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) que hace referencia al estado de salud de la biodiversidad en el planeta entre 1970 y 2018, expertos evidenciaron que la Amazonía continúa siendo el territorio más afectado, dado que las tasas de deforestación continúan aumentando: “Ya hemos perdido el 17% de la extensión original de los bosques, y otro 17% está degradado. Las últimas investigaciones indican que nos estamos aproximando rápidamente al punto de no retorno (…)”. Asimismo, América Latina tuvo el mayor declive en la abundancia poblacional de especies marinas y terrestres, con una disminución de 94%, seguida de África (66%), Asia (55%) y Europa (18%), concluye el informe de la WWF.
Otro de los escenarios importantes para la biodiversidad fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP15). En este encuentro, delegados/as de 196 países se reunieron para buscar detener la extinción masiva de especies y ecosistemas que aportan beneficios a los seres humanos como la seguridad alimenticia e hídrica, energía, regulación del clima, descomposición de residuos, polinización de cultivos, captura de carbono, entre otros.
Por su parte, el Foro Económico Mundial (FEM) estima que “las políticas positivas para la naturaleza podrían atraer US$ 10.100 millones y crear 395 millones de puestos de trabajo para 2030”. Lo que confirma que el informe de la ONU es significativamente elocuente porque habla de una gran inversión, pero que, con el tiempo, se verá reflejado en la economía de los países, ya que “la naturaleza sustenta muchas economías”. Sin embargo, si las soluciones empleadas no siguen la línea de la transición de la actividad económica sino las corrientes de inversión con impacto negativo para la naturaleza, entonces se divisaría el “panorama más oscuro”, tal como lo mencionó el FEM.