Garantías ambientales en el acuerdo de la Unión Europea y Mercosur están en juego
Lula se ha mostrado inconforme con las exigencias ambientales que pide Unión Europea en el acuerdo con Mercosur. ¿Dónde queda el medio ambiente?.
Foto: Pixabay
LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos
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Las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Mercosur (bloque compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) para un acuerdo comercial duraron aproximadamente 20 años y finalizaron en junio de 2019. Sin embargo, 4 años después, el proceso no ha sido ratificado y podría demorarse incluso más debido a que la UE está exigiendo que se añada un instrumento al acuerdo que contemple la protección ambiental por ambas partes.
Ante esto, el presidente de Brasil, Lula da Silva, se ha mostrado inconforme, argumentando que ningún país ha alcanzado los Acuerdos de París, que son metas voluntarias y que estos no deberían ser una exigencia. Según él, esta adición aumentaría las exigencias a Brasil y lo pondría contra la pared, ya que al incumplirse, el país sería sancionado. Para él, esto es inaceptable. “La premisa que debe existir entre asociados estratégicos es la confianza mutua, y no desconfianza y sanciones”, afirmó.
Asimismo, Alberto Fernández, presidente de Argentina, se pronunció asegurando que Mercosur está interesado en que el Acuerdo se establezca, pero que ambas partes deben tener los mismos beneficios.
Esta inconformidad responde, en primer lugar, a que se recibió una carta unilateral con las exigencias; es decir, no hubo negociación. En segundo lugar, al hecho de que las economías de los países de la UE están ya establecidas y en su gran mayoría son países ricos que no tienen una gran cantidad de deuda externa; sin embargo, el caso de los países Latinoamericanos es diferente. En otras palabras, cumplir a cabalidad con las exigencias ambientales del Acuerdo entorpecería el crecimiento económico de los países de Mercosur.
Asimismo, Lula se defendió asegurando que no se puede cuestionar a Brasil sobre compromiso con la transición energética y con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. “Nadie tiene derecho a darle recomendaciones a Brasil sobre energía. De nuestra electricidad, el 87 % es procedente de fuentes renovables, contra un 27 % en el resto del mundo. Y de nuestra matriz energética como un todo, incluyendo combustibles, 50 % es limpia y renovable, contra un 15 % en el resto del mundo”, dijo.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se muestra optimista a cerrar el Acuerdo a finales de este año y considera que se pueden llegar a una resolución de los últimos cambios que ha planteado la UE. Sin embargo, los expertos aseguran que lo más probable es que el proceso se atrase aún más, puesto que tanto Brasil como Argentina probablemente no puedan cumplir con las exigencias que se les están haciendo.
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¿Dónde queda el medio ambiente?
Los puntos que plantean Lula y Fernández tienen sentido en un panorama de crecimiento económico, es verdad que los Acuerdos de París son voluntarios y no acarrean sanciones de no ser cumplidos y los países europeos tienen más facilidad de acoplarse a estos requisitos. Sin embargo, en el marco de las emergencias climáticas y ambientales, es necesario que existan normas que no solo den la posibilidad de optar por medidas de sostenibilidad, sino que exijan que se cumpla con ciertos parámetros. Las garantías ambientales no se basan en simples amenazas, se basan en una emergencia que pone en riesgo la salud del planeta y, en consecuencia, la salud humana.
Lo cierto es que Latinoamérica tiene menos posibilidades de alcanzar estos objetivos porque la sostenibilidad es más alcanzable en países que ya alcanzaron el desarrollo. Los países en vías de desarrollo tienen barreras económicas, sociales y culturales que los alejan de cumplir con objetivos planteados por economías mucho más fuertes y con los recursos suficientes para alcanzarlos.
Además, Latinoamérica es una de las regiones más afectadas por el cambio climático, pero no por el que ha producido con sus propias manos, sino porque precisamente estas potencias mundiales han sido extractivas y han generado contaminación que termina en vertederos del sur global.
En este sentido, si bien es problemático que partes de Mercosur muestran inconformidad con las garantías ambientales que exige la UE en el Acuerdo, también lo es que UE no haga exigencias sin evaluar antes los poderes adquisitivos, las posibilidades para alcanzar objetivos e, incluso, la propia responsabilidad que tienen en la crisis climática de la región latinoamericana.
Por su puesto, es necesario agregar al acuerdo exigencias ambientales y enfocarse en problemas específicos como la deforestación, uno de los que más afecta a la región, pero las exigencias deben ser de parte y parte y niveladas.