¿Cómo influirá la ausencia de oposición en la política de Nayib Bukele?
La mayoría absoluta permitirá al presidente salvadoreño cumplir sus promesas sin obstáculos, a tan solo tres años del final de su primer quinquenio en el poder.
Tal y como vaticinaban los pronósticos y las encuestas, el partido del presidente Nayib Bukele, Nuevas Ideas, obtuve hasta el 65% de los votos, una mayoría absoluta en el país centroamericano Foto: Presidencia El Salvador
LatinAmerican Post | Daniel Vargas Bozzetto
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El pasado domingo, El Salvador inauguró en las urnas una nueva etapa de su historia. Tal y como vaticinaban los pronósticos y las encuestas, el partido del presidente Nayib Bukele, Nuevas Ideas, obtuvo hasta el 65% de los votos, una mayoría absoluta inédita en el país centroamericano que pone fin al bipartidismo protagonizado durante las últimas décadas por los partidos Arena y FMLN.
Según el diputado bukelista Gustavo Escalante en su cuenta de Twitter, con los resultados, la ciudadanía le ha dicho a Bukele: “presidente, te quitamos todos los obstáculos y te damos la oportunidad de que sigas con proyectos que den beneficios al pueblo salvadoreño”. A su vez, Eduardo Escobar, abogado y analista político, observa que “la población eligió gobernabilidad” pero advierte que los resultados suponen la pérdida del control legislativo que se tenía antes. “La Asamblea también tiene el rol de controlar las decisiones del ejecutivo; ahora el Legislativo pierde ese rol de contrapeso”, explica.
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La oposición deberá ser inteligente para posicionarse de nuevo en la preferencia electoral de la ciudadanía. El problema es que no tendrán cómo mostrarlo, pues serán irrelevantes en la Asamblea Legislativa y en la mayoría de Concejos Municipales
— Eduardo Escobar (@esec76) March 3, 2021
La victoria de Nuevas Ideas augura, pues, el fin de un uso político del poder militar que le costó a Bukele la etiqueta de “dictador”. Y es que su irrupción en la Asamblea Legislativa el 9 de febrero del año pasado junto a un grupo de militares armados supuso un antes y un después en la percepción internacional de su imagen como mandatario. Ante una multitud exaltada, aquel día el presidente invocó el artículo 87 de la Carta Magna salvadoreña, que contempla “el derecho del pueblo a la insurrección”, e instó a la ciudadanía a ejercerlo en caso de que los diputados de la oposición no aprobaran el presupuesto para el Plan de Control Territorial.
Ahora que los salvadoreños han decidido dejar fuera de combate al resto de partidos, Bukele puede continuar ejecutando dicho plan, cuyas acciones se han traducido entre el 1 de enero y el 28 de febrero de este año en 28 muertes violentas menos que el durante el mismo periodo del año pasado.
La otra cara de la moneda de la lucha contra la inseguridad está formada por dos ejes: la prevención y la reinserción. Siguiendo las directrices del Plan Cuscatlán, el gobierno buscará “que las pandillas no tengan caldo de cultivo entre la juventud”. Para ello, tomará medidas enfocadas a aumentar las oportunidades para los jóvenes a través de la educación, el arte y la cultura, el deporte, las becas, nuevas infraestructuras productivas y el empleo.
Por otro lado, con el fin de erradicar la corrupción y de engrasar la administración pública, Bukele contempla la modernización de la misma a través de un aparato de gobierno “menos político y más técnico” en el que los gabinetes ministeriales dejen de ser “compartimentos estancos, desconectados unos de otros” para pasar a trabajar de manera coordinada. Asimismo, una de las partes más novedosas de su proyecto de renovación es el uso del big data para proveer al gobierno con información en tiempo real sobre las distintas realidades del país.
Perspectivas regionales e internacionales
Una vez en la presidencia, Bukele dejó clara su posición ante los regímenes de Nicaragua y Venezuela: “Ortega y Maduro pueden ir despidiéndose de sus aliados de El Salvador”. Cinco meses tardó Bukele en cumplir su palabra respecto a Maduro, al expulsar del país a los cinco embajadores venezolanos, cortando así todo lazo diplomático con el régimen bolivariano al tiempo que reconocía a Juan Guaidó como presidente interino del país caribeño. Tras ello, Maduro lo llamaba “pelele del imperialismo”.
Bukele considera a los Estados Unidos el “mayor aliado” de El Salvador. Tras la elección de Joe Biden, la comisionada presidencial Carolina Recinos recordó en una rueda de prensa que “Estados Unidos es nuestro mayor socio comercial pero también es el hogar de más de 3 millones de salvadoreños” y que con el fin de “garantizar sus intereses vamos a trabajar de la mano con el gobierno que eligieron los estadounidenses”.
Adicionalmente, contrario a lo pensado por muchos, durante el Gobierno de Donald Trump, Bukele supo complacer algunos puntos necesarios para la política migratoria del mandatario estadounidense, pero logró conseguir distintas ayudas y apoyos económicos por parte de su aliado en el norte. Una diplomacia similar a la conseguida por Andrés Manuel López Obrador en México.
Este fortalecimiento de un Gobierno cercano a Estados Unidos, contrasta fuertemente con el movimiento hacia la izquierda que está viviendo latinoamérica, con Gobiernos como los de Argentina, México y Bolivia como punta de lanza, sumados a posibles cambios en Ecuador y Chile próximamente.
Sin embargo, la reunión mantenida entre Bukele y Xi Jinping a finales de 2019 en Pekín, donde ambos mandatarios firmaron acuerdos de inversión, dejó dilucidar la total independencia geopolítica de El Salvador.