Inversión Extranjera Directa: ¿Qué países de Centroamérica se han visto más y menos beneficiados?
A pesar de su gigante apuesta por el Bitcoin, El Salvador es el país de Centroamérica que atrae menos inversionistas extranjeros.
Foto: Pixabay
LatinAmerican Post | Yolanda González Madrid
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Con la finalidad de inyectarle más poder económico a un país, ya sea creando nuevas empresas o fortaleciendo a las ya establecidas, los gobiernos suelen recibir capitales extranjeros por medio de la Inversión Extranjera Directa (IED) de parte de entidades económicas de otras naciones. Por ende, este tipo de estrategias no hacen más que generar beneficios para las partes involucradas, pero sobre todo al país que recibe dicha inversión en pro de su crecimiento financiero.
Según datos publicados por el Consejo Monetario Centroamericano, Guatemala fue el país con mayores ingresos de IED durante el 2021 con una cifra total de $3,311 millones. Este récord que alcanzó la nación que preside Alejandro Giammattei se debe, en gran parte, a la adquisición en su totalidad de la compañía de telecomunicaciones Tigo-Guatemala por parte de la firma europea Millicom, con sede en Luxemburgo, quienes invirtieron $2,200 millones por todas sus acciones.
Asimismo, cabe mencionar que, de acuerdo a informaciones del Ministerio de Economía guatemalteco, el primer trimestre del 2022 tuvo un aumento de IED del 19,7% en comparación con el año pasado, sumando más de $240 millones. Esto refleja la confianza de parte de inversionistas extranjeros en el país debido a diferentes factores como la ubicación geográfica o la excelente situación política-económica. Y es que dichos recursos tienen como destino aportar en el crecimiento de sectores de manufactura, comunicaciones, agroindustria, alimentos, turismo, entre otras.
Nicaragua, una sorpresa agradable
Pese a la crisis política y social que se vive desde hace años y los señalamientos de una dictadura, Nicaragua ha sorprendido de gran manera por sus ingresos de IED. El gobierno de Daniel Ortega registró $1,470 millones en 2021, un incremento del 64,8% comparado con el año anterior, según informaciones del Banco Central Nicaragüense. ¿Cómo un país con tantos problemas ha logrado captar la atención de inversionistas extranjeros, incluso por encima de -por ejemplo- El Salvador?
La clave en Nicaragua ha estado en su franqueza y seguridad al momento de presentar sus apuestas de inversión, principalmente en sectores como la minería y la electricidad. Por supuesto, nada de esto hubiese tenido esa cuota de éxito de no ser por el pacto entre el gobierno y los sectores privados para trabajar en beneficio de la nación. Aquí, bien valdría el dicho de "uno para todos, y todos para uno".
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Entonces, esa tendencia de recuperación se ha visto no solamente en el desarrollo de nuevos proyectos, sino también en las actividades de empresas nacionales con capital extranjero y en el financiamiento de compañías internacionales a sus sucursales en el país centroamericano. Y es que a diferencia de algunos países vecinos, la apuesta de Nicaragua tiene varios frentes que van desde energía y minas, pasando por comercio y servicios, hasta sectores industriales y financieros.
Por último, y no menos importante, nos encontramos que uno de los grandes pasos que ha dado el gobierno nicaragüense en este tema proviene de acuerdos comerciales con la Unión Europea y Estados Unidos. Justamente, este último es el mayor inversor extranjero e invirtió una cifra que supera los $400 millones, muchísimo mayor al de Rusia que es aliado principal de Ortega. Ese impulso al crecimiento económico pasa por sectores de manufactura y comunicaciones, pero sobre todo por ser el principal mercado de café.
¿Qué sucede en El Salvador?
Quien vive un caso contrario a los ya mencionados es El Salvador. Sin embargo, vale apuntar que tradicionalmente siempre han recibido un menor aporte de IED que el resto de naciones centroamericanas, y esta vez no son la excepción. El gobierno de Nayib Bukele sufre la falta de motores de crecimiento que sean atractivos para inversionistas extranjeros, a pesar de que han colocado mucha dedicación en la implementación del Bitcoin como moneda de curso legal.
Según informó el Consejo Monetario Centroamericano, la nación salvadoreña sumó en los dos primeros trimestres del 2021 un total de $413,8 millones, sin mencionar que cerró el último semestre con cifras negativas desde -$19 millones hasta -$80 millones. Ante ello, distintos economistas apuntan a que el problema radica en la carencia de un buen plan económico y la falta de claridad de qué tipo de inversionistas encontrar.
Muchos apuntaban que con la implementación de la Ley Bitcoin se vería un mayor flujo de inversión, cosa que no sucedió. De hecho, si el Bitcoin no ha hecho diferencia es porque, en parte, no existe un proyecto bien estructurado más allá del anuncio de la Bitcoin City, cuyo futuro es cada vez más incierto. Con todo y eso, el gobierno salvadoreño parece empeñado en seguir apostando por sus proyectos con criptoactivos, aunque nada luzca sólido por el momento.
Lo cierto del caso es que El Salvador cuenta con un panorama complicado. Sin certezas ni seguridades, los inversionistas extranjeros no querrán arriesgar sus capitales en un país que sufre -entre tantas – un deterioro institucional. Y es que de no mejorar esas falencias, la IED seguirá alejándose de territorio salvadoreño para apostar en naciones que, dictaduras o no, tengan un plan claro de desarrollo económico.