Bosques tropicales de Colombia, Brasil, Perú y México: entre la amenaza y la esperanza
La protección de los grandes pulmones de estos países representa un reto global ante la amenaza de su creciente destrucción.
Foto: Unsplash
LatinAmerican Post | Luis Ángel Hernández Liborio
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Un reciente informe del World Resources Institute (WRI) destaca la importancia de los bosques tropicales de Colombia, México, Brasil y Perú como barrera para frenar los efectos del cambio climático, al capturar buena parte de las emisiones de efecto invernadero que se generan en estos países. Sin embargo, también hace énfasis en el peligro que corren y en la importancia de su protección ante la amenaza de la deforestación.
Los grandes pulmones de América amenazados
Según el WRI más de 3 mil millones de personas en el mundo sufren los efectos de la deforestación que afecta la producción de alimentos, la disponibilidad de agua y desde luego el entorno económico y ambiental. Brasil, México, Colombia y Perú están entre los países megadiversos, lista en la que también se encuentran Ecuador y Venezuela. La importancia de sus bosques y selvas no es solamente estratégica para la región sino para el mundo entero. Su importancia no es sólo ambiental, sino también económica y social ya que en ellos habitan comunidades indígenas, principalmente, cuya supervivencia está ligada a las regiones naturales. La deforestación, la minería y la ganadería, entre otros problemas, amenazan de forma constante a estos pulmones del planeta.
La selva Lacandona, el mundo maya en peligro
En contraste con las imágenes tradicionales de México ligadas a los desiertos del norte, el país es uno de los que tiene mayor densidad de bosques y selvas en el mundo. De sus 137 millones de hectáreas de superficie forestal, 64 millones corresponden a bosques de diferentes tipos, de acuerdo con datos del gobierno de México. Una de las áreas más importantes es la selva Lacandona ubicada en el sur del país y que forma parte de una región más extensa denominada Selva Maya que abarca la Península de Yucatán, Chiapas y una parte de Centroamérica, lo que la convierte en un sumidero de carbono de gran importancia. Uno de los proyectos más criticados en el país es el Tren Maya, una extensa red ferroviaria de 1 460 km que amenazan a las especies, comunidades y tesoros arqueológicos mayas, lo que se suma a la deforestación ya existente y a la contaminación.
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La amenaza al bosque de Chiribiquete en Colombia
La localización geográfica y condiciones climáticas de Colombia lo convierten en uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo. Las selvas y bosques tropicales de Colombia tienen un valor incalculable para la región y el mundo. Sin embargo desde 1990 hasta 2020, se ha reducido su superficie forestal de 64.96 millones de hectáreas a 59.14 millones, según información de Statista, una caída constante que amenaza su supervivencia. Chiribiquete es el Parque Nacional Natural de selva tropical más grande del mundo y es Patrimonio mixto de la Humanidad de la UNESCO, esto dimensiona la importancia de este ecosistema para la región entera. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ha denunciado que el parque nacional es amenazado por la constante deforestación causada por asentamientos irregulares, ganadería ilegal y tala clandestina que pese al estatus del parque ha mermado su superficie año con año.
El Amazonas peligra ante la indiferencia
El gran problema es desde luego la extensión de la Amazonia que se extiende por países como Venezuela, Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y Bolivia. La protección de un ecosistema tan complejo y extenso se vuelve una tarea difícil, ante las amenazas de la minería, tala, ganadería y agricultura ilegales. No obstante, esta es sólo una parte del problema, la otra parte es la indiferencia de los gobiernos ante las denuncias de activistas y de comunidades indígenas asentadas por siglos en los bosques y selvas. Una de las muestras de la indiferencia es Brasil, pues el presidente Jair Bolsonaro llegó al poder con la idea de explotar el Amazonas, en lugar de protegerlo. Los graves incendios del 2019, la propuesta de ley para explotar recursos en tierras indígenas y la autorización de minas en la selva preocupan al mundo.
Perú también hace parte de la Amazonia donde los mismos problemas surten un efecto negativo: tala ilegal, minería e incendios que, según la Pontificia Universidad Católica de Perú, producen el triple de CO2 de lo que la misma selva es capaz de absorber. Brasil, Perú, México y Colombia son firmantes del Acuerdo de París y de la Declaración de Glasgow de la COP26, donde se comprometieron a detener y revertir la deforestación de sus bosques antes del 2030, hecho que se ve lejano a 8 años de la fecha límite y que es fundamental para limitar el calentamiento global.