¿Cuántos visitantes puede acoger un área natural protegida?
¿Cuál es el número admisible de visitantes en un área natural protegida?.
La regulación del número de visitantes en un área natural es importante para controlar los objetivos de preservación. / Foto: Pexels
LatinAmerican Post | Jorge Guasp
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En la ganadería, la cantidad de animales que puede acoger un sitio está limitada por los recursos naturales destinados al pastoreo. Pero cuando hablamos de turismo y de seres humanos, que no consumen en forma directa esos recursos, ¿cuál es el número admisible de visitantes en un área natural protegida?
Capacidad de Carga vs. Límite de Cambio Aceptable
La capacidad de carga es un concepto que proviene de la ganadería, y hace referencia al número de animales (generalmente por hectárea u otra unidad de superficie) que admite un hábitat, a fin de que el ganado se alimente adecuadamente y el pastizal, u otra vegetación, no sufra una degradación irreversible. Este concepto ha sido trasladado al turismo, a fin de determinar el número máximo de visitantes que un área puede acoger sin poner en riesgo sus recursos naturales.
La limitación del concepto de capacidad de carga, sin embargo, radica en que los humanos no utilizan los recursos para alimentarse, sino con fines recreativos y de un modo voluntario. Por lo tanto, las consecuencias del turismo sobre los recursos naturales no solo dependen de la cantidad de visitantes, sino también de su conducta, de cómo se distribuyen las personas, de las características del sustrato por el cual transitan, y de otros factores.
Por los motivos citados, el Servicio Forestal de los EEUU desarrolló, en la década de los 80, el concepto de LAC (limit of acceptable change, en inglés), o LCA (límite de cambio aceptable), para el manejo de las áreas wilderness, o silvestres.
“El LCA está basado en el concepto fundamental de que el cambio (impactos en los recursos y/o en la experiencia del visitante) es inevitable como producto de actividades humanas. Lo que es importante es cuánto y qué tipo de cambio es aceptable” (El Desarrollo de Programas de Uso Público basados en los Límites de Cambio Aceptable en las Áreas Protegidas, Centro de Manejo de Áreas Protegidas, Colorado State University, EEUU, 2015).
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Este esquema incluye tres aspectos claves: a) medir los efectos ambientales de la actividad turística; b) incluir en ellos el análisis de la experiencia de los visitantes; c) zonificar el área de uso, en función de su grado de naturalidad y de las oportunidades recreativas que proporciona.
¿En qué consiste el esquema de Límite de Cambio Aceptable?
El LCA se basa en la medición de indicadores, es decir, de factores que reflejan determinada situación, y que se pueden medir con facilidad. La profundidad del suelo de un sendero, por ejemplo, revela el grado de erosión provocado por el tránsito de visitantes. En este caso, la profundidad del suelo (en puntos fijos de monitoreo) es el indicador de que existe una situación de erosión como consecuencia del pisoteo. Como ejemplo de indicador de una situación social, podríamos citar el nivel de satisfacción de los visitantes respecto de la información recibida; en este caso, el estándar establecería un porcentaje determinado de visitantes satisfechos con ese servicio, y se evaluaría a través de una encuesta dentro del área natural protegida.
Qué medir, con qué frecuencia hacerlo y cómo realizar la evaluación, depende de varios factores: la finalidad del uso del LCA, el personal disponible y su grado de experiencia, la cantidad de visitantes que recibe el área natural, los objetivos de manejo, etc.
Determinación de estándares y medidas de manejo
Un estándar es un valor que, en este esquema, se considera aceptable para cierto indicador. Por ejemplo, podríamos considerar aceptable una cantidad dada de residuos por unidad de superficie en un campamento, o una determinada pérdida de suelo por erosión en ciertos puntos fijos de monitoreo de un sendero. Si en la medición del indicador se supera el estándar establecido como aceptable, es posible que ese valor sea demasiado estricto, y debamos elevarlo para adaptarlo a la realidad.
También podría surgir la opción de adoptar medidas de manejo, a fin de alcanzar el estándar propuesto. Siguiendo con el caso de la basura en un campamento, para llevar el indicador (de dispersión de residuos) a un estándar aceptable (cierta cantidad de residuos) podríamos introducir, por ejemplo, alguna de las siguientes medidas: reducir la cantidad de acampantes (para que haya menos residuos); colocar carteles informativos y educar a los acampantes (para que arrojen menos basura en el campamento, y sepan qué hacer con los residuos); o instalar mayor cantidad de recipientes para residuos (para persuadir a los visitantes de utilizarlos).
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Una vez que alguna de estas medidas se pone en práctica, el ciclo vuelve a comenzar: se evalúan los estándares de cada indicador, se determina si las condiciones son aceptables, y eventualmente se introducen nuevas medidas de manejo, a fin de que cada zona del área natural protegida mantenga las condiciones ambientales y sociales previstas.
Desarrollo de condiciones sociales y ambientales, con independencia del número de visitantes
Sobra decir que esta es una simplificación del proceso del LCA, que es complejo e involucra la necesidad de acuerdos acerca de las condiciones de manejo buscadas. Como se verá, el énfasis no está puesto en determinar la cantidad de visitantes máxima admisible, sino en medir y manejar los efectos negativos de su presencia. Aun así, cuando las medidas de manejo (incluida la educación de los visitantes) no bastan para lograr las condiciones ambientales y sociales esperadas, se puede recurrir a la reducción del número de visitantes.
El LCA es un sistema flexible, que apunta a la consecución de estándares de manejo adecuados a los objetivos de conservación del área natural, y también a la satisfacción de los visitantes, puesto que procura evitar el deterioro de la naturaleza y promueve su disfrute por parte de la sociedad.