Una historia de amor verdadero: pareja homosexual adopta niña con VIH
En Argentina, en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, en donde la cultura gira alrededor de los asados, tangos, el fútbol y las remembranzas gauchas, se llevó a cabo el primer matrimonio igualitario de Argentina. Se celebró entre Damián, de 42 años, y Ariel Vijarra, de 39.
Ariel Vijarra y sus hijas, Olivia y Victoria. / Foto: instagram.com/arielvijarra
LatinAmerican Post | Alberto Castaño
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Esto sucedió en el 2012 y si eso no era suficiente para que esta pareja de gais pasaran a la historia en el país de Maradona y Gardel, la historia de la adopción de su hija Olivia fue y será un suceso que traspasa los límites de las estadísticas históricas sobre la reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTI en el mundo, que va más allá de la lucha por la necesidad de compartir el planeta con nuestra descendencia.
Ariel y Damián son pareja desde hace más de 15 años, pero sólo hasta el 2012 oficializaron legalmente su matrimonio. Ellos se habían propuesto como parte de su proyecto de vida, ser padres adoptantes y así reivindicar sus derechos como matrimonio legalmente configurado.
Antes de celebrarse el matrimonio civil entre estos dos rosarinos, ya habían tomado la decisión de ser padres, por lo cual, sin derechos legales para serlo, acudieron al método de adopción directa, un mundo oscuro en donde se comercia tanto con la vida de los bebés, como con las ansias desesperadas de los padres que anhelan tener entre sus brazos a un bebé dado en adopción.
Este oscuro negocio está plagado de personas sin escrúpulos que ven en una vida naciente y los deseos desesperados de los futuros padres, la oportunidad perfecta para sacar provecho cruelmente de la situación. Así fue el caso de Ariel, quien sufrió una profunda decepción al verse timado por una mujer que fungía de mediadora entre la madre que quería deshacerse de su bebé y la pareja adoptante, pues solicitó una importante cantidad de recursos a Ariel y a Damián para los gastos de la madre gestante y huyó con el dinero sin dejar rastro.
Esto casi acaba con el amor de esta pareja de hombres quienes fueron lo suficientemente fuertes y superaron el desengaño y continuaron adelante. En 2012, al casarse legalmente, deciden aplicar al Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, RUAGA.
Indagaron si por ser una pareja de homosexuales era posible la adopción o si estarían descalificados de entrada. Al encontrar una respuesta favorable a sus intenciones, continuaron con el proceso no sin antes haberse puesto un límite de tiempo para conseguir su cometido. El plazo eran dos años y luego de ello desistirían de su intención, pues no era sano prolongar la angustia y la incertidumbre de saber si algún día iban a ser padres o no.
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Inicialmente, al llenar el formulario del RUAGA, anotaron que querían adoptar un menor de 5 años, pero nada sucedió. Durante un largo año, el teléfono no sonó para darles esperanzas de adopción, por lo cual decidieron ampliar el espectro de búsqueda y anotaron que aceptaban menores de 14 años e incluso con hermanos abordo.
Fue en el 2014 cuando, haciendo parte de un proceso de preselección para quedarse con una niña de 14 años, un juez de Rosario les llamó por teléfono y les comentó que había una niña de 28 días de nacida que requería unos padres adoptivos y que existía la posibilidad de que fueran ellos, en caso de estar interesados en ella.
Los corazones se agitaron y desde las entrañas más profundas emanó el más puro sentimiento que vibra en la mirada y la sonrisa, su respuesta sin dudarlo un segundo fue un rotundo sí.
No importó que el juez rosarino les advirtiera que esta chiquita era portadora del VIH a falta de controles médicos de sus progenitores. Lo único que importaba era el corazón de aquellos dos enamorados que sin conocer a la bebé ya se habían vinculado con ella de por vida mediante una conexión del alma.
Ariel y su marido corrieron al juzgado para enterarse de una triste noticia, la bebé había sido rechazada por 10 parejas anteriores a causa de la patología que sufría, parejas heterosexuales, parejas de las que las iglesias consideran “correctas” y no “antinaturales”, como han calificado a los matrimonios homosexuales.
Pero esa triste noticia que aun provoca algo de escozor, fue la alegría de Ariel y Damián. Las 10 parejas que rechazaron a la niña, habían abierto la posibilidad de que aquellos que también, por prejuicios e ignorancia, habían sido rechazados en ocasiones por una sociedad ortodoxa y machista, pudieran cumplir su sueño de ser papás.
Olivia fue el nombre que eligieron para su chiquita, para el centro de sus vidas, para aquella pequeña mujercita que les robara el aliento desde el primer feliz encuentro cuando con ojos totalmente abiertos y sin una lágrima.
Esa mirada de amor, esa mirada suplicante y armoniosa se robó para siempre el corazón de estos dos hombres enamorados de la vida y de la paternidad. Entre los dos cargaron ese primer día los apenas 1.200 gramos que pesaba la dueña de sus amores.
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Pero había que recorrer un camino largo todavía y ‘cruzar varios ríos’ para oficializar la adopción. Lo primero serían los seis meses de vinculación, tiempo en el que los padres conviven con la bebé y se crean y reafirman lazos que de ahí en adelante serán irrompibles por todo el resto de sus vidas. Durante ese tiempo, los dichosos solicitantes de adopción de Olivia debieron someterla a los tratamientos con antiretrovirales con AZT como con los adultos y ella con estoicismo y un temple envidiable soportaba sin llanto las inyecciones.
Fueron cuatro meses de convivencia entre este trío de enamorados hasta que en febrero del 2015 recibieron una inesperada llamada por parte de una médica en Córdoba Argentina quien les contó que una de sus pacientes le había dicho “quiero que ellos sean los padres de mi bebé”.
En cuestión de cinco meses pasaron de estar desesperados por adoptar un bebé a tener la posibilidad de adoptar dos. El cielo respondía a sus plegarias y trasformó su angustia y sus tristezas en alegrías y gozo, pues a la familia conformada por Ariel, Damián y Olivia llegaría Victoria.
Si bien ya las noticias eran supremamente positivas y Victoria crecería al lado de su hermana Olivia, procurándole los cuidados a su hermana mayor que junto con sus padres requiriera por su condición, faltaba aún otro milagro del cielo.
Al cumplirse el año y medio de vida de la afortunada Olivia, los médicos, en los análisis constantes de los cuales era objeto la bebé, como consecuencia del VIH que portaba, se percataron de una anomalía que llamó su atención y que les obligó a repetir las pruebas. Luego de la confirmación se atrevieron a socializar con los padres el sorprendente hallazgo. Olivia no tenía VIH, estaba completamente sana y sin rastros de la enfermedad.
El pasado 16 de octubre Olivia cumplió sus primeros cinco años de vida junto a su hermana menor y sus padres. En febrero del año 2020 será Victoria quien cumpla la misma cantidad de años, día en el que celebrarán una fecha más en familia: un día más del milagro de la vida y de los misteriosos caminos para que a cada quien le llegue su felicidad completa.