Una de las actitudes que más comunes a lo largo de la pandemia por el COVID-19 ha sido la de ver el lado positivo del asunto. Sin embargo, en extremo, esto puede llegar a ser peligroso.
Si bien esta actitud es útil en la medida en la que puede ayudarnos a mantener la vista en una meta clara y sobrellevar el proceso, en extremo puede llegar a ser peligroso. Foto: Freepik
LatinAmerican Post | Vanesa López Romero
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Read in english: Opinion: Toxic positivity after one year of pandemic
Hace un año en la mayoría de países de Latinoamérica se comenzaba a aplicar el confinamiento obligatorio. La primera ola del COVID-19 obligó a la mayoría de la población alrededor del mundo a quedarse en casa y cambiar completamente su estilo de vida, la manera de relacionarse y de trabajar. Muchos fuimos afortunados de mantener nuestros empleos remotamente, y, por consiguiente, suplir las necesidades básicas de nuestras vidas. Sin embargo, fueron muchos más los que perdieron sus trabajos, quedaron en la ruina e incluso perdieron un techo donde vivir.
Este tipo de situaciones, evidentemente, no solo tienen una repercusión en la economía individual y de los países, sino que también afecta la salud mental de las personas. Esto no significa que, necesariamente, se comience a sufrir de enfermedades mentales, pero pueden ser más comunes de lo que creeríamos y también puede afectar la manera en la que vemos el mundo. Sentimientos como la tristeza, la negatividad y la incertidumbre salen a relucir, y no podríamos pedir menos en medio de una situación que, en efecto, es incierta.
A un año de que haya comenzado la pandemia y el confinamiento, son muchas las actitudes frente a la vida que hemos visto al rededor, pero una que ha tenido un especial protagonismo es la de mirar la situación con positivamente, ver la mejor parte y sacar provecho de ella. Si bien esta actitud es útil en la medida en la que puede ayudarnos a mantener la vista en una meta clara y sobrellevar el proceso, en extremo puede llegar a ser peligrosa.
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Buscar el lado positivo de todo y ponerlo por encima de las emociones y reacciones naturales que tenemos ante las adversidades, no solo puede generar que las ignoremos, sino que, precisamente, ese ignorar trae consecuencias que a la larga pueden ser incluso más graves. A esto se le llama positividad tóxica, y consiste en tener una visión extremadamente positiva de la vida en general y, sobre todo, en medio de situaciones difíciles. En primera instancia, puede sonar como algo inocente e incluso benévolo, pues, ¿a quién no le gustaría sentirse bien todo el tiempo? Pero debemos entender que si bien en la vida buscamos la felicidad, la realidad es que no siempre la hay, y también está compuesta de otras emociones y vivencias que no siempre son las más alegres.
¿Qué es la positividad tóxica?
En el libroThe getting of resilience from the inside out (2019) de Sally Baker, terapeuta y psicóloga, la autora dice que "el problema de la positividad tóxica es que es una negación de todos los aspectos emocionales que sentimos ante cualquier situación que nos plantee un desafío". Pero, ¿qué es la positividad tóxica? En una entrevista de la BBC al doctor Antonio Rodellar, el experto explica que el consepto de la positividad tóxica tienen su origen en los 80 con el psicólogo Martin Seligman que popularizó la psicología positiva que tenía como premisa abordar ciertas enfermedades mentales como la depresión, a partir de transformar los pensamientos negativos en positivos aceptando la presencia de los negativos en primera instancia.
Sin embargo, con el paso del tiempo, esta idea fue distorsionada y surgió lo que llamamos positividad tóxica, que pone en extremo la idea de que el optimismo es lo que puede sacarnos de momentos difíciles e incluso curar enfermedades mentales y, en este orden de ideas, ignora las emociones negativas, haciendo que sea imposible tratar el problema desde la raíz.
"La psicología positiva aplicada correctamente es una práctica muy útil, pero de forma indiscriminada genera una visión muy parcial de la realidad y una sensación de indefensión. Negar las situaciones dolorosas y dañinas de la vida es como ver la realidad con solo un ojo", asegura Rodellar para BBC.
Un peligro en medio de la pandemia
Una de las actitudes que más me llegó a molestar cuando inició la pandemia fue la de ver tan optimistamente la situación al punto de llegar a juzgar a quienes cayeron en emociones negativas e incluso quienes tuvieron picos depresivos muy altos a causa del confinamiento y la distancia social. En un punto, las redes sociales explotaban de "en vivos" y posts invitando a las personas a aprovechar su tiempo al máximo. No quiero decir que aprovechar el tiempo estuviera mal, pero castigar y juzgar por no poder hacerlo porque literalmente el cuerpo no responde, me parece irresponsable y poco empático.
Desde la positividad tóxica se puede llegar a romantizar una situación tan extrema y problemática como lo es la pandemia. Parece que aún después de todo lo que hemos visto a lo largo de este año, seguimos sin aceptar que quienes tenemos la posibilidad de seguir teniendo una vida normal somos pocos en comparación a quienes perdieron familiares, hogares y a quienes su vida cambió de manera aún más radical que la nuestra. Y es que, esta idea de ver todo con un optimismo extremo no está desasociada de la clase social.
Claramente quienes se adjudican la potestad para decirte que debes estar bien no son personas que viven en extrema pobreza y cuyos privilegios son pocos o incluso nulos. No. Son personas que tienen a su alcance muchos privilegios y que, con un celular a la mano, se ven a sí mismos como autoridades para andar por la vida dando consejos y motivando sin tener en cuenta que al otro de la pantalla hay un ser sintiente, alguien que pueda tener una enfermedad mental, una persona que quizás no pueda acceder a un tratamiento psicológico o psiquiátrico.
Y esto es muy peligroso, porque en medio de un momento histórico en el que estamos visibilizando la existencia de enfermedades mentales y anulando la discriminación hacia las personas que las padecen, el hecho de que aparezca esta romantización de los malos momentos porque "podemos aprender de ellos y transformarlos en cosas buenas" y por consiguiente, la positividad tóxica genera que de nuevo exista una invisibilización.
Debemos ser más responsables con las emociones y sentimientos de los demás. No pretender que, porque para uno es más sencillo pasar por encima de equis o ye situación, para el resto de personas será así igualmente. Esa es una visión irresponsable y, a decir verdad, ingenua.