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No es solo tu bolsillo. La inflación en Latinoamérica preocupa al mundo

Factores como la pandemia, los distintos estallidos sociales que se han desarrollado en muchos países de la zona y la guerra en Ucrania son las causas que podrían explicar la alta inflación en Latinoamérica.

Hombre contando billetes

Foto: Pexels

LatinAmerican Post | Nicolás Donoso Álvarez

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Read in english: It’s Not Just Your Pocket. Inflation in Latin America Worries the World

Entre muchas grietas que deja la pandemia por el coronavirus tras más de dos años desde su comienzo, sin lugar a dudas una de las que quizás golpea con más fuerza es la inflación. Y es que el aumento generalizado de los precios en muchos de los bienes y servicios ha calado hondo en una economía inestable como lo es la latinoamericana, y en donde la desigualdad parece profundizarse a pesar de que las medidas sanitarias para combatir el coronavirus poco a poco se han relajado y con ello las personas han retomado gradualmente sus vidas como las conocían antes del 2020.

De acuerdo al análisis realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), para este año pronostican un 2,5% de crecimiento para Latinoamérica y el Caribe. Cifra que si bien es algo mejor en relación al 2,4% que se proyectaba a comienzos de año, es insuficiente y se considera como la tasa más lenta entre las regiones emergentes y desarrolladas del mundo. Inclusive está por dejabo de gran parte de Europa pese a que el viejo continente se ha visto afectado directa o indirectamente por las sanciones que occidente le ha impuesto a Rusia por su invasión a Ucrania.

Mientras que según la compañía estadounidense de asesoría financiera, Bloomberg, la inflación debería llegar al 10% en América Latina en 2022, aunque podría bajar al 7,1% en 2023. Hasta la fecha, Venezuela presenta el mayor valor inflacionario, ya que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) alcanzó el 222,3%, le siguen Argentina con un 58,0%, Brasil con un 11,8%, Chile con un 10,5%, Nicaragua con un 10%, entre otros. Por su parte, Colombia el noveno lugar a nivel latinoamericano con un 9,2%.

Una región inestable

La crisis económica trae consigo múltiples problemas en una región que se caracteriza precisamente por la inseguridad y la constante vacilación. Quizás el sector en donde muchos y muchas se han visto perjudicados durante la pandemia es el del desempleo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), reveló que, pese a que se registró durante 2021 una tasa de desocupación del 9,6%, inferior a la del 2020 (10,6%); es un número inferior al 8% del 2019.

O sea, previo a la pandemia la situación era mucho más auspiciosa, y esto se explica principalmente en que la pandemia no había golpeado al mundo y que si bien algunos países como Ecuador, Chile y Colombia vivieron sus propios "estallidos y crisis sociales", el crecimiento seguía su curso y todavía no se podían apreciar con claridad las consecuencias de dichos acontecimientos que paralizaron a esas naciones.

Por otro lado, datos preocupantes son los que arroja el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), hasta el 16 de septiembre de 2021, cuando el proceso de inmunización avanzaba de manera dispar en la zona y cuando muchos establecimientos educacionales mantenían una modalidad de clases virtuales mientras que otros optaban por clases híbridas, cerca de 86 millones de niños y niñas no estaban yendo a la escuela. Aunque una cifra un poco más esperanzadora tiene relación con los 47 millones de escolares que sí habían retomado sus estudios de manera presencial.

Situación dispar en los distintos países, pero con un denominador común. Otra cantidad que confirma el desalentador panorama es el que desglosa la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en donde señalan que "el hambre aumentó más drásticamente que cualquier otra región entre 2019 y 2020 (en Latinoamérica), llegando a 59,7 millones de personas, su punto más alto desde el 2000". 

Posibles soluciones

Hablar de posibles alternativas o caminos a considerar se asoma como algo muy complicado, pero existen algunas posibilidades que hay que tener en cuenta. Expertos concuerdan que la pobreza, la desigualdad y la inestabilidad son los principales dolores de cabeza para los latinos y a su vez las preocupaciones más relevantes. Una solución podría ser que los gobiernos de turno buscaran incentivar la generación de empleos formales, y apoyar tanto a las medianas y pequeñas empresas como a los sectores más vulnerables y desfavorecidos que se han visto afectados en mayor o menor magnitud en estos últimos años.

Otra variable a considerar es que el proceso de vacunación contra el covid-19 tiene que seguir avanzando en la región, con el fin de fomentar el regreso a clases presenciales de manera total de los y las estudiantes, y más si se tiene en cuenta que muchas personas no cuentan con las condiciones mínimas garantizadas para poder llevar a cabo las clases desde sus hogares. La falta de implementos necesarios, las distracciones y la falta de conectividad dificulta aún más a los chicos y chicas de los que se espera sean el futuro del mundo, y esto incluye, como no, la materia económica.

Por último, para controlar la inflación se deben buscar programas que inviertan en salud, educación y en la sociedad en general, pero de manera responsable y manteniendo un equilibro. En Latinoamérica aquello es casi imposible, pero es la única forma de no recibir otro mazazo por parte de la inflación. Y vaya que en el último tiempo el continente ha sabido de un golpe tras otro, casi como si de un efecto dominó se tratara.  

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