Luego de una mayoría de gobiernos de izquierda en Latinoamérica, esto podría cambiar en los próximos años debido a la baja popularidad de varios gobiernos.
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LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández
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Hoy en Latinoamérica gobierna la izquierda, no solo porque la mayoría de los países tienen presidentes socialistas, sino porque las principales potencias económicas hacen parte de este grupo. Brasil, México, Argentina y Colombia, las potencias regionales, todas tienen gobiernos de izquierda. Sin embargo, esto podría cambiar. Los efectos económicos de la guerra en Ucrania y la inflación generalizada de varias economías son fantasmas que pueden cobrar sus primeras víctimas. Especialmente, en los Gobiernos que pronto deberán someterse a votación nacional.
Finalizando el 2022, varias empresas encuestadoras, incluyendo Ivamer, Criteria, Markestrategia, IPSOS, CID Gallup, entre otras, sacaron un ranking de los políticos con mejor y peor calificación en todo el continente. Dentro de los más destacados están Nayib Bukele de El Salvador (89%), Rodrigo Chávez de Costa Rica (73%) y Luis Abinader de República Dominicana (65%). De estos, Bukele es considerado un gobierno de derecha, pese a sus inicios más cercanos al socialismo. Por su parte, tanto Chávez como Abinader son más moderados en el panorama político latinoamericano.
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Luego llegan gobiernos abiertamente de izquierda como Xiomara Castro (58%), Andrés Manuel López Obrador (53%) y Lula da Silva (53%). De estos, Castro y Lula fueron electos recientemente y es probable que les favorezca lo poco desgastado que está el electorado. Mientras que el fenómeno de AMLO destaca por ser una de las presidencias más largas (en México se gobierna por 6 años) y el notable apoyo.
Por debajo del 50% ya encontramos a Gustavo Petro (45%), Luis Arce (44%) y Luis Lacalle (42%). Los dos primeros de izquierda y el último de derecha. Todos estos evidencian el desgaste natural de meses y años en el mando, con peleas internas o reformas controversiales.
dentro de los jefes de Estado que tienen aprobación evidentemente baja están: el nicaragüense Daniel Ortega (33%), Guillermo Lasso de Ecuador y Alberto Fernández en Argentina (27%); Nicolás Maduro de Venezuela, el chileno Gabriel Boric y Alejandro Gianmatei de Guatemala (26%); Dina Boluarte de Perú (23%), Laurentino Cortizo de Panamá (22%); y al fondo están Miguel Diaz-Canel de Cuba (14%) y Mario Abdo Benitez del PAraguay (12%). Con esta baja popularidad de estos Gobiernos, las posibilidades de perder las próximas elecciones son palpables.
Este año, Argentina, Paraguay y Guatemala tendrán elecciones presidenciales. Fernández, Gianmatei y Mario Abdo Benítez, y sus partidos, pondrán a prueba su baja popularidad en las urnas. Ante este panorama, gobiernos progresistas podrían reemplazar a los gobiernos más conservadores de estos 2 países. Pero la tercera economía de Latinoamérica podría volver a girar a la derecha.
Sin embargo, más allá de las elecciones del 2023, si la izquierda latinoamericana no mejora sus indicadores, podría sufrir varios traspiés en 2024. Para el siguiente año, la región tendrá 6 elecciones presidenciales. El Salvador, Panamá, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela irán a las urnas para elegir (o reelegir) a sus gobernantes. Debido a la baja popularidad, los presidentes de Panamá y Venezuela podrían cambiar a otros modelos de Gobierno. Si la democracia sirviera de forma transparente, la impopularidad de los mandatarios haría difícil una reelección (o un continuismo), pero la realidad venezolana casi que garantizaría una victoria del chavismo.
Igualmente, lo más probable es que Perú celebre elecciones presidenciales para el próximo año o más tardar el 2024. La baja popularidad de Boluarte y las crisis políticas e institucionales hacen impredecible conocer al ganador de unas elecciones. Pero será una contienda que el progresismo latinoamericano (con Pedro Castillo al poder) no tenía previsto disputar.
Países como Perú, Argentina y Panamá, con gobiernos de izquierda o centro-izquierda (aunque hoy Perú maneje otras lógicas), podrán pasar a manos de centro o la derecha. Lo que serviría como contrapeso a la ya inclinada balanza socialista en la región. Igualmente, si se llega a dar una victoria opositora en Venezuela, ya no podremos seguir hablando de un claro dominio del progresismo en la región, y volver a las épocas de bandos y ejes.
Algo parecido que ocurrió con la pandemia
Si es verdad que hoy el panorama puede afectar la imagen de los gobiernos progresistas de la región, esto no es nuevo. Hace pocos años, cuando la pandemia golpeó con mayor fuerza las economías latinoamericanas, los gobiernos de turno sufrieron en las urnas. Gobiernos de derecha como los de Ecuador (Lenin Moreno), Chile (Sebastián Pinera), Colombia (Iván Duque) y Brasil (Jair Bolsonaro) sufrieron su baja popularidad. Si es verdad que cada país vivió procesos independientes y casos puntuales, no se puede ignorar la influencia de la pandemia en todos los gobiernos del mudo.
Las decisiones y medidas tomadas durante estos episodios, influenciaron los debates presidenciales y pudieron ser determinantes para una victoria electoral. Hoy vemos que otras influencias internacionales pueden también afectar el panorama político nacional y hacer que el péndulo que hoy se ve tan a la izquierda, se modere o, incluso, cambie de dirección. Esto también podrá ser visto como un ejercicio de sanidad política, en donde la alternancia de poderes es una muestra de elecciones libres y de transiciones pacíficas.