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Reseña de “Swarm”: la obsesión llevada al límite y a lo grotesco

La nueva miniserie del creador de “Atlanta” explora la obsesión hacia un artista a partir del terror que raya en la comedia. Esta es nuestra reseña de "Swarm".

Fotograma de la película 'Swarm'

Foto: Prime Vídeo

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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En 2016, Donald Glover debutó como creador con su serie “Atlanta”, una comedia satírica con tintes de terror que fue alabada tanto por el público como por la industria y que se llevó; Globos de Oro y Emmys por su novedosa e interesante forma narrativa. Siete años después, el actor, músico, productor y escritor volvió con una serie de terror que tiene tintes de comedia. Se trata de “Swarm”, estrenada a mediados de marzo en la plataforma de streaming Prime Video. En esta ocasión, Glover trabajó mano a mano con la dramaturga Janine Nabers para la creación y escritura de la serie y con su hermano, Stephen Glover, como productor ejecutivo.

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“Swarm” cuenta con 7 episodios de entre 27 y 34 minutos que exploran la obsesión de Dre, la protagonista, con la artista pop Ni’Jah y sus actos extremos para llegar a conocerla y demostrarle su devoción, al punto de convertirse en una asesina en serie. Si bien el tema de la obsesión de un fanático no es nuevo en el cine y televisión, “Swarm” se adentra en él a partir de un personaje fascinante y a la vez extraño que genera incomodidad, pero con el que es imposible no empatizar. Se trata de una serie oscura que de repente te saca una carcajada.

La vida real como inspiración

Donald Glover, quien también es conocido como Childish Gambino en el mundo de la música, entiende de cerca lo que implica ser un artista con fanáticos. Pero para “Swarm” utilizó una fórmula muy eficaz: la fanática de la artista pop. Ni’Jah, la cantante con la que está obsesionada Dre, está evidentemente basada en Beyoncé. Y es que la serie no se toma la molestia de ser discreta al respecto.

Al inicio de casi todos los episodios aparece un disclaimer, o anuncio, que asegura que cualquier parecido con la realidad es intencional. Desde el primer capítulo nos muestran a la artista ficticia con la misma estética, los mismos temas que trata en sus álbumes e incluso los mismos escándalos que los de Beyoncé. Es más, el título de la serie, que en español significa enjambre, hace alusión al nombre de la fanaticada de Beyoncé, los Beyhives, que a su vez es una modificación de la palabra “beehive”, colmena en español.

Esta fórmula parece tener un fin claro: el de poner a la luz la cultura “stan” que nace en medio del campo de batalla de las redes sociales. Hoy vemos a cientos de fanáticos en plataformas como Twitter que defienden a capa y espada a sus artistas favoritos e incluso amenazan a quienes no están de acuerdo con ellos. Del otro lado vemos a “haters” que hacen comentarios de odio sin razones ni motivos aparentes. “Swarm” parece poner en duda la libertad de expresión y los límites que hay detrás de esta.

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La actuación espectacular de Dominique Fishback

Dominique Fishback fue la actriz encargada de interpretar a Dre y no pudo hacerlo mejor. El personaje es supremamente extraño. Se trata de una joven fracasada con un carácter infantil que tras el aparente suicidio de Marissa, quien parece ser su hermana, queda desolada y sin ningún apoyo emocional ni económico. Está obsesionada con una artista que no tiene idea de su existencia, pero por quien está dispuesta a todo y a raíz de la muerte de Marissa, que ha sido relacionada con el último álbum de Ni’Jah en redes sociales, comienza a asesinar una a una a las personas que muestran odio o disgusto por la cantante.

La extrañeza de Dre no solo está medida por su carácter infantil y por el hecho de que se convierte en una joven asesina, sino por los pequeños actos o compulsiones que la traspasan en cada uno de los hechos que nos va mostrando poco a poco la serie. Fishback logra que el personaje se vuelva aún más extraño a partir de simples miradas, movimientos del cuerpo o incluso tonalidades en su voz. Esto demuestra no solo una gran dirección, sino también una gran maestría por parte de la actriz que evoluciona con el personaje y que se transforma a lo largo de la serie.

Una narración casi impecable

Para quienes hayan visto “Atlanta”, es más que claro que Glover mantiene su estilo narrativo en “Swarm”. “Atlanta” es considerada como un clásico contemporáneo por su capacidad de salir cada tanto de su zona de confort y explorar géneros para llegar a la meta narrativa. Es ahí cuando se nota la formación de Glover en “Community” de Dan Harmon, una sitcom en la que participó como uno de los protagonistas y que exploró profundamente los recursos narrativos que ofrecen distintos géneros de cine y la meta narración.

Este estilo se ve en el penúltimo episodio de la serie, que es un falso documental de crimen en el que nos cuentan que la serie creada por Glover está basada en una historia real y nos adentra en el caso que resuelve poco a poco una detective. El episodio hace uso de archivos tanto ficticios como reales en los que se censura el nombre de la artista con la que está obsesionada Dre, que en la vida real vendría siendo Beyoncé. Al final, el episodio cierra con el fragmento de una entrevista a Glover en la que habla de una nueva serie que está dirigiendo, haciendo referencia a “Swarm”.

El falso documental sirve para dar explicación el porqué de los actos de Dre y al mismo explora la necesidad del morbo en casos como este que son particularmente frecuentes en un país como Estados Unidos.

A pesar de que la serie está bien construida y logra descolocar al espectador, que al parecer es su cometido, termina de una manera que no necesariamente es mala, pero que deja entrever que no se sabía hacia dónde se iba. Se termina de repente, con un final aparentemente feliz, pero que no es real y que le quita peso a la totalidad de la serie. Es una construcción narrativa que fue constante durante 6 episodios y que terminó con un final demasiado abierto que, más allá de permitir teorías, pone en riesgo esa excelencia narrativa de la serie en general.

Sin embargo, es una serie que vale la pena ver, que más allá de ser entretenida, incómoda y acerca al espectador a una realidad desgarradora.

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