Medio ambiente

Los Manglares en Latinoamérica: ¿Qué son y para qué sirven?

Los manglares son eternos guardianes del flujo constante de materia y energía que permite que la vida siga adelante a pesar los eventos climáticos extremos

Los Manglares en Latinoamérica: ¿Qué son y para qué sirven?

Cuando pensamos en las costas del neotrópico vienen a nuestra imaginación extensas playas de arenas blancas, con algunos cocoteros, aguas cristalinas que juguetean entre el azul y el verde y millones de especies de peces, corales, moluscos y crustáceos que engalanan nuestras faenas de inmersión en el fantástico mundo de personajes fantásticos como Nemo o La Sirenita. Sin embargo, no todo en las costas del neotrópico en Latinoamérica es playa, brisa y bikinis.

Read in english: Mangroves in Latin America: What are they and what are they for?

Los manglares son ecosistemas cuya importancia tal vez es sólo comparable con la incomprensión que padecen por parte de los humanos. Son paisajes de extraños árboles de raíces aéreas, llamados Mangles. Ellas los hacen parecer extraños caballeros montados sobre zancos de gran dimensión, enredados en sus bases, trabados unos por las raíces de los otros que les impiden echar a correr cuando vienen los huracanes o las marejadas ciclónicas. Estos nobles árboles de inamovible postura, son caballeros fuertes y leales a la defensa de las costas, estables se aferran al sustrato para restarle potencia a las grandes olas y proteger a las comunidades que desde tiempos inmemoriales viven de sus inmensos recursos.

Sin embargo, los Mangles son tan resistentes y sólidos ante los embates del mar, como dinámicos y flexibles, ante las condiciones del agua con la que interactúan. Habitan principalmente en zonas en donde los ríos traen agua dulce del continente para entregarla a los inmensos océanos de aguas saladas. Estos árboles soportan la salinidad tanto como los sedimentos arrastrados por los ríos que quedan filtrados entre sus millones de raíces que actúan como un inmenso colador que permite que aguas adentro el agua sea más cristalina.

De entre su enmarañada existencia se puede extraer madera, fibras para la construcción y las artesanías, comida, medicinas. Los manglares son eternos guardianes del flujo constante de materia y energía que permite que la vida siga adelante a pesar de las adversidades de los eventos climáticos extremos.

Manglares latinoamérica

Latinoamérica y el Caribe son áreas privilegiadas por la naturaleza, pues en el mundo el área de manglar ocupa más de 16 millones de hectáreas, de las cuales el 35,5% se encuentran en América Latina y el Caribe. Sin embargo, es un ecosistema seriamente amenazado con desaparecer por la poca comprensión que tenemos de su utilidad, de su salud y sobre todo, de los beneficios que reporta a las comunidades.

La sabiduría de la naturaleza les ha proporcionado una inmensa variedad taxonómica. De hecho, los mangles son tan importantes en la naturaleza para el correcto funcionamiento de diversos ecosistemas, además de los que se conforman por ellos mismos, que cuenta con una diversidad muy importante. Son más de 50 especies diferentes de mangles en el mundo, en 16 familias diferentes, cada uno de ellos con características específicas que sirven particularmente al ecosistema en el que se desarrollen.

Son verdaderos equilibristas del mundo natural, no sólo por su destacada estabilidad sobre el suelo que parece una eterna danza de estos árboles zancones, también por la armonía que encuentran a través de diferentes mecanismos para sobrevivir. En la naturaleza, todo tiene una perfecta medida, este es el caso de los manglares, que resisten la salinidad de las aguas de mar. Sin embargo, demasiada sal en su interior, los mataría y es por esto que desarrollaron varias técnicas para eliminar los excesos de sal en sus organismos.

Es mediante la exclusión que lo hace el Mangle Rojo (Rhizophora mangle) y mediante la secreción, como lo hace el Mangle Negro (Avicennia germinans). La exclusión la realizan a través de la pérdida de hojas que ya acumularon tales niveles de salinidad que el mangle no puede soportar. En ese momento, caen sus hojas como depósitos de sustancias que cumplen su ciclo. Por su parte, el mangle negro realiza la secreción de los excesos de sal por los poros de sus hojas dejando expuesta al viento, a los animales y al agua de la lluvia, los despojos de sal de su organismo para que retornen al ciclo.

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La fuerza de los ríos que desembocan en el mar tiene un efecto erosivo en las costas de todo el mundo. Miles de millones de toneladas de sedimentos son depositadas anualmente en los mares provenientes de los continentes en un proceso benéfico y natural. No obstante, los manglares evitan un proceso nocivo llamado la sobresedimentación. En la naturaleza existen equilibrios, poca es malo y mucha también, el equilibrio es lo indicado. Por eso, los manglares son fundamentales como retenedores de sedimentos a través de sus intrincadas estructuras.

No sólo sirven como fortalezas infranqueables para las tormentas tropicales y marejadas y como filtros naturales que evitan la sobresedimentación, son la sala cuna de miles de especies de peces, moluscos y crustáceos. Cientos de estas especies sirven para sustentar la economía de las comunidades asentadas en las cercanías de los manglares.

Especies como los sábalos y los pargos son sólo una pequeña muestra de los peces que nacen y se crían en las aguas de los manglares, encontrando refugio entre sus raíces escondiéndose en sus laberIGNORE INTOs de sus depredadores de mayor tamaño. Las aves marinas como los pelícanos, fragatas y cormoranes, fundamentales en el sano mantenimiento de las especies de peces comerciales, dependen estrechamente de los manglares que les dan refugio y abrigan sus nidos.

Los manglares también están relacionados con los reptiles, como el cocodrilo americano, los grandes manatíes, aves rapaces como águilas y halcones, monos de diversas especies y por supuesto tortugas, anfibios y un sinnúmero de organismos que proporcionan equilibrio al ecosistema mientras proveen de alimento y sustento económico a las comunidades.

 

LatinAmerican Post | Alberto Castaño
Copy edited by Marcela Peñaloza

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