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La Bukelización de México: la influencia de Nayib Bukele

Ricardo Anaya, uno de los máximos representantes de la derecha en México, ha lanzado algunas soluciones en contra de la inseguridad que se asemejan con las implementadas por Nayib Bukele en El Salvador.

Nayib Bukele

Foto: FB-Nayib Bukele

LatinAmerican Post | Christopher Ramírez

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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se ha hecho popular en los últimos meses luego de declarar un estado de excepción el pasado 27 de marzo que ya se ha prorrogado hasta cuatro veces, con el que se busca contrarrestar y, si es posible, acabar con las pandillas que, según el Gobierno, son las principales causantes de la violencia en su país.

Hasta el momento, parece estar lográndolo. De acuerdo con una publicación que realizó el primer mandatario salvadoreño en su cuenta de Twitter, el pasado 11 de septiembre se alcanzó el Día D de su estrategia con “0 homicidios”.

“Mientras unos congresistas de otro país quieren que regresemos al pasado de muerte y destrucción que vivió El Salvador. Nosotros seguimos demostrando que, sin ellos, estamos mucho mejor”, añadió Bukele en su mensaje.

Por su parte, el Ministerio de Seguridad informó en la misma red social que ya son “52.549 terroristas capturados”, asegurando que la guerra contra las pandillas seguirá en marcha. “Y seguimos hasta limpiar por completo nuestro país y erradicar cualquier estructura criminal que atente en contra de la seguridad de los salvadoreños de bien”, agregó la entidad.

¿México necesita un Bukele?

Como era de esperarse, estos números (despreciados por muchos expertos teniendo en cuenta las dificultades presentes por actores externos al Gobierno para verificar los datos), han empezado a ganar adeptos hacia Bukele en Latinoamérica; aunque sin demostrarlo tácitamente.

Ejemplo de esto es el mensaje que ha asumido el excandidato presidencial Ricardo Anaya en México, quien, en lógica con el pensamiento conservador del Partido Acción Nacional (PAN), del cual hace parte, ha tomado las banderas de la crítica en contra del actual primer mandatario de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador (Amlo) y su campaña contra la violencia en ese país.

Cabe recordar que desde el inicio de su gobierno, el presidente de izquierda manifestó la importancia de establecer una estrategia de defensa conocida como “Abrazos, no balazos”, con la cual prometió garantizar la paz y la tranquilidad entre sus gobernados.

Sin embargo, para abril de este año, la mayoría de los mexicanos aceptaron no ver con buenos ojos esta iniciativa, asegurando que la violencia no solo no se ha detenido, sino que por el contrario aumenta cada vez más.

"En marzo de 2022, 66,2 % de la población de 18 años y más consideró que es inseguro vivir en su ciudad", apuntó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (Inegi).

Ante esta realidad, Anaya no dudó en grabarse y mostrar el rechazo hacia las políticas de seguridad de Amlo. En su videocolumna semanal, el político de derecha aseguró que el crimen organizado ya le “tomó la medida” al Ejecutivo mexicano por cuenta del terreno cedido en los últimos años.

“¿Qué pasa cuando tú cedes a un chantaje, a una amenaza? Ve nada más lo que ya se atreven a hacerle a los soldados del Ejército (…) Ya le tomaron la medida al gobierno, cada vez que hay un operativo bloquean calles, queman camiones, amenazan con matar a la gente”, indicó Ricardo Anaya.

Ahora bien, después de esta declaración el dirigente del PAN mostró todo su ‘bukelismo’ arrojando algunas ideas que, para él, serían esenciales para garantizar la seguridad al pueblo mexicano y que tienen relación directa con el enfoque que Nayib Bukele viene usando en El Salvador.

Para empezar, tal como lo dijo Bukele en un momento clave de la lucha antipandillas, Anaya aseguró que es momento de tomar en serio la ley mexicana, y pasar de usar palabras como “abrazos y balazos”, por “respeto a la autoridad”.

“No funciona así, no se trata de escoger entre abrazar criminales o tener que vivir entre balazos. O sea la salida a ese planteamiento equivocado es el Estado de Derecho y la aplicación de la ley”, aseveró Ricardo Anaya.

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Por supuesto, la aplicación de esa ley recae también en prácticas que el mismo Bukele ha usado en El Salvador: tomas violentas de barrios o zonas dominadas por pandilleros, encarcelamientos masivos y otras estrategias que, como el mismo Anaya indicó, representan el uso total de la fuerza legítima del Estado en pro de la seguridad nacional.

En ese orden de ideas, lo que el político mexicano propone, emulando al país del sur, es que las entidades encargadas de la Defensa nacional empiecen a realizar de forma concienzuda y eficaz investigaciones que den con el paradero de los grupos del crimen organizado, para luego realizar operativos focalizados y atrapar a todos los delincuentes, no solo a sus cabecillas.

Este proyecto se ve claramente explicado en las formas que usa actualmente la Fuerza Pública salvadoreña, adentrándose en las zonas más peligrosas del país, investigando  a sus habitantes e identificando por tatuajes u otras marcas los actuales o antiguos miembros de las Maras Salvatruchas.

Ahora bien, también se ha encontrado similitud en uno de los objetivos planteados por Bukele y Anaya, en relación con las finanzas de las bandas delincuenciales; aunque con algunas diferencias. Mientras que Anaya mencionó solamente que las actividades de inteligencia son necesarias para desarticular la logística económica de los grupos criminales, Bukele ha hecho lo mismo pero aprovechando los bienes y armas para el propio beneficio del Estado.

"De esta manera, ocuparemos sus mismos recursos para combatirlos”, dijo Bukele al inicio del estado de excepción, mientras que una diputada de su partido aseguró que “con el mismo dinero que causaron luto a la población, con ese mismo dinero van a tener que responder ante la justicia”.

Aunque por el momento estas alternativas están lejos de ser implementadas en México, teniendo en cuenta el talante del actual gobierno, hay que esperar las elecciones en 2024 para saber si los mexicanos dan un giro hacia la derecha en busca de otras alternativas en temas álgidos como la seguridad.

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