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Reseña de “Ellas hablan”: conversar para existir

En la película de Sarah Polley, basada en la novela de Miriam Toews e inspirada por hechos reales, ocho mujeres dialogan para reconciliar su fe con los abusos sistemáticos de una sociedad patriarcal. Esta es nuestra reseña de “Ellas hablan”, nominada al Óscar a Mejor Guion Adaptado y Mejor Película.

Fotograma de la película 'Ellas hablan'

Foto: Universal Pictures

LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez

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Read in english: Review of “Women Talking”: Conversing to Exist

La novela “Ellas hablan” de Miram Toews está inspirada en un impactante hecho real. En la comunidad religiosa menonita en Bolivia, las mujeres reportaban que amanecían drogadas, ensangrentadas y con señales de abuso sexual. Sus denuncias ante los líderes de la comunidad eran descalificadas al describirlas como alucinaciones y posesiones demoníacas. Después de 4 años se comprobó que un grupo de nueve hombres las drogaban mientras dormían para violarlas. En total se reportaron más de cien casos. 

Esta muestra tan extrema de la violencia patriarcal es resignificada por Toews en lo que describe como “un acto de imaginación femenina”. En el libro, cuando los culpables son capturados, los líderes de la comunidad se llevan a los hombres al pueblo para pagar la fianza y exigen a las mujeres que al regresar perdonen a los agresores, porque el perdón es la única forma para ingresar al reino de los cielos. De rehusarse serán exiliadas. Ellas, que por toda la vida han sido ignoradas, organizan una votación para decidir su futuro, en la que empataron dos opciones: quedarse y luchar o marcharse. Ocho de ellas son encargadas de tomar la decisión final antes del regreso. 

Esta poderosa premisa es llevada con éxito a la pantalla grande gracias al trabajo de la directora Sarah Polley. Aunque su lenguaje visual no es muy elaborado, la solidez del guion y la fuerza de las interpretaciones del reparto envuelven a la audiencia en conversaciones sobre los mecanismos de coerción de la sociedad patriarcal y cómo las mujeres pueden imaginar su lugar en el mundo. 

Definir un rumbo 

Quedarse y luchar o marcharse ¿Cómo luchar en un sistema que no valora tu existencia? ¿A dónde ir si todo lo conocido y amado está enlazado a un espacio donde ha ocurrido tanta violencia? La decisión que está en mano de las ocho protagonistas no es sencilla. Ellas buscan conciliar entre los principios de una fe que habla del amor y el respeto, la cual siguen con verdadera devoción, pero que en sus doctrinas no da lugar al dolor que sienten ante la violencia experimentada. 

Para dar una respuesta a estas cuestiones, la película se concentra en el diálogo como el principal instrumento narrativo. El guion de Polley es brillante, pues crea un relato coral que reconoce desde cada personaje las múltiples realidades de las mujeres y profundiza en los orígenes de sus posturas. Ona (Rooney Mara) tiene esperanza en lo desconocido, que es mejor que el odio por lo familiar. Salome (Claire Foy) desafía la idea de un Dios benevolente, pero que condena su odio por los hombres que abusaron de su hija de cuatro años. Mariche (Jessie Buckley) está indignada de que hasta ahora se cuestione el perdón cuando por años fue su única opción ante los abusos de su esposo. 

Esta elaboración temática hace que la película resuene por fuera del contexto del extremismo religioso. Si bien no todas las luchas de las mujeres son iguales, todas afrontan la violencia de una sociedad machista. Esta historia es en esencia un reconocimiento de los cientos de formas en que las mujeres han desafiado los discursos que les indican un deber ser y han luchado por el derecho básico de poder decidir sobre el rumbo de sus vidas.    

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El lugar de los hombres

August (Ben Whishaw) es el único hombre presente en la reunión, invitado para tomar registro. Su familia fue excomulgada y él asistió a la universidad, pero regresó para ser el profesor de los chicos. Su personaje es clave para explorar el lugar de los hombres en este discurso y el origen de la violencia masculina.  Ante la posibilidad de marcharse, las mujeres le preguntan si los niños deberían acompañarlas, si esos hijos que aman también deben ser temidos porque pueden replicar esos actos.  

Su respuesta es uno de los momentos más memorables porque destaca el rol de la educación como una de las bases del sistema de desigualdad. También hay una imposición del deber ser a los hombres, la idea de que tienen un derecho sobre el mundo y, por lo tanto, pueden hacer lo que quieran, que su brutalidad reafirma esa identidad y que lo contrario significa el rechazo. Esta imposición se debe combatir y transformar para terminar el ciclo de violencia.

“Ellas hablan” es una excelente adaptación gracias al interés de Sarah Polley por analizar los factores que configuran la violencia de la sociedad patriarcal. Su guion entrelaza fácilmente muchas temáticas con una elaboración poética que es aprovechada por su fantástico reparto para hacer de cada frase algo memorable. Una historia que toma un hecho estremecedor para resignificarlo desde la imaginación femenina y convertirlo en un relato inolvidable de la fuerza de la sororidad. 

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