AMÉRICAS

Feminicidios: Latinoamérica en alerta roja

Latinoamérica está viviendo una ola de violencia machista preocupante. Los feminicidios aumentan y la negligencia de la justicia no ofrece esperanza.

Mujer sostiene un cartel que dice 'Basta de Feminicidio'

Foto: Nacho Doce-Reuters

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos

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México ha encendido las alarmas del continente frente a los elevados casos de desapariciones y feminicidios. Las historias de María Fernanda Contreras, Debanhi Escobar y Diana Melissa Cárdenas, desaparecidas y asesinadas en este país, han recorrido la prensa mundial. Se trata de solo 3 casos, entre los miles que se han presentado en el continente. ¿Qué está sucediendo y cuál es la respuesta de las autoridades?

La “pandemia” en la sombra

Durante el 2020, al menos 4.091 mujeres fueron asesinadas en América Latina. El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe indica que las tasas más altas de feminicidios correspondieron a Honduras, República Dominicana y El Salvador. No obstante, ningún país del continente escapa de la violencia machista. Por esta razón, la Cepal ha asegurado que se trata de una verdadera “pandemia en la sombra”.

El 2022 ha resultado un año trágico para centenares de mujeres en el continente. Sin embargo, hay problemas para obtener cifras reales que permitan dimensionar la verdadera gravedad del caso

En México, se registraron alrededor de 229 feminicidios entre enero y marzo de este año,  de acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Además, se indica que en estos meses hubo 26,936 mujeres que fueron víctimas de diversos delitos como lesiones, trata de personas y secuestros. Se trata de cifras alarmantes que exigen acciones inmediatas y que demuestran que el feminicidio solo es la punta del iceberg de la violencia hacia las mujeres. 

Otras cifras de países del continente demuestran que no se trata solo de un problema en México.La organización Utopix ha reportado que durante los dos primeros meses del 2022 se presentaron 41 feminicidios en Venezuela. El Observatorio de Feminicidios Colombia indica que van 55 casos en el país. Por su parte, el Centro de Derecho de Mujeres de Honduras señala que son 82 los casos hasta marzo. En Argentina, el Observatorio de Femicidios reportó que se presentaron 52  entre enero y febrero del 2022.

Estados negligentes y sin justicia 

La mayoría de los países tienen grandes fallas en las políticas públicas para mitigar, prevenir y atender a las víctimas de la violencia machista. Las cifras de lo corrido del año lo demuestran. Asimismo, hay una impunidad generalizada, con dificultades para poner las denuncias, fallas en la investigación y no judicialización de los responsables, por no hablar de los imaginarios colectivos frente a las mujeres que terminan alimentando la violencia machista. Por ejemplo, en 2018, Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres en Colombia, señaló, en entrevista para El Tiempo, que solo el 13%  de los casos de feminicidios llegaban a tener condena.

Diversas organizaciones feministas, contra la trata de personas o que trabajan por los desaparecidos han denunciado la negligencia de la justicia. Al respecto, en Monterrey, México, varias organizaciones cubrieron el Palacio de Gobierno y de la Fiscalía con panfletos de búsqueda de las mujeres desaparecidas en forma de protesta por la lentitud de las investigaciones. Al respecto, por el caso de Debanhi Escobar, se suspendieron este miércoles a dos funcionarios: el fiscal encargado de desaparición de personas y el  funcionario a cargo de secuestros. 

Asimismo, en muchas ocasiones se presenta una banalización de la problemática. No se trata de crímenes pasionales o de jóvenes que abandonaron sus casas por voluntad propia, y luego desaparecen por estar en el lugar inadecuado. Estamos hablando de una violencia sistemática que azota al continente. No se trata de una chica que desaparece en México, una que asesinan en Colombia o una que fue violada en Argentina.

Se trata de una violencia estructural que no responde a un fenómeno aislado, sino a una manifestación letal de la violencia de género, que se alimenta de la cultura machista. En este sentido, estos crimenes no constituyen cualquier tipo de asesinato, sino que responden a unas motivaciones arraigadas en un sistema que favorece la desigualdad y vulnerabilidad de las mujeres, y legitima el uso de la violencia contra ellas. En América Latina es peligroso ser mujer.

Por esta razón, es urgente que se establezcan protocolos para una atención especializada. Por ejemplo, en México, se ha propuesto la creación de un registro de agresores sexuales y feminicidios para tener un repositorio de datos que pueda ser usado por la inteligencia de seguridad y la fiscalía. Las instituciones están en deuda con las mujeres y niñas que han sido víctimas de la violencia de género. Necesitamos acciones urgentes para que, como sociedad, podamos decir: ni una más.

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