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El mundo del fútbol le dio la espalda a Amir Nasr-Azadani

El rumor de que el futbolista iraní Amir Nasr-Azadani estaba condenado a muerte en el marco de las protestas que vive hoy Irán parece no resonar en el mundo del fútbol

Amir Nasr-Azadani

Foto: LatinAmerican Post

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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Read in english: Opinion: The Soccer World Turned Its Back on Amir Nasr-Azadani

Cualquier aficionado al fútbol sabe que la FIFA tiene una regla de oro: no se puede participar en política. Según el organismo que regula el fútbol profesional en todo el planeta, ni los Gobiernos deben tener injerencias en la FIFA o las Federaciones, ni la FIFA tendrá que involucrarse en temas políticos.

A pesar de que normalmente la FIFA intenta mantener esta regla en todo momento, hemos visto varias críticas. Tal pasó con los brazaletes de capitán de selecciones de la UEFA en el mundial de Catar. La FIFA consideró que usar los brazaletes con la bandera del orgullo LGBT+ era un acto político en contra del país anfitrión y amenazó con sanciones.

Entonces, ahora que se rumora que el jugador iraní Amir Nasr-Azadani está condenado a muerte por su participación en las protestas de Irán, el mundo del fútbol calla. La situación judicial del jugador no es sencilla. Se le acusa de ser miembro de un grupo armado responsable de asesinar a 3 agentes de seguridad, de acuerdo a lo que explicó la embajada iraní en Colombia. Y según se conoce, el juicio no se ha llevado a cabo, por lo que no se conoce como tal el futuro de Nasr-Azadani, pero en medio de un mundial una voz rebelde de algún colega no hubiera sido menos. Porque tal como lo enfrenta este deportista, varios manifestantes en Irán pueden ir a la horca, como ya se han documentado los casos de Majidreza Rahnavard, de 23 años; y de Mohsen Shekari.

Según Amnistía Internacional, otras 9 personas fueron condenadas a muerte en la república islámica y 28 más podrían afrontar el mismo destino. Esto, en el marco de unas protestas que dejan 488 muertos y más de 18.000 detenidos, según Human Rights Activists.

Sin embargo, hay excepciones. Por ejemplo, para la reciente Copa del Mundo de Catar, Rusia fue eliminada automáticamente debido al conflicto con Ucrania. Aquí, la confederación europea (UEFA) tomó la decisión de eliminar automáticamente a Rusia, beneficiando a Polonia. Si la excusa fuera los derechos humanos, el caso de Nasr-Azadani o del brazalete de la comunidad LGBT+ también lo son.

Entonces, mientras el fútbol guarda silencio, otras industrias han sido mucho más empáticas. Tanto así que la única figura con relevancia internacional que se ha manifestado en favor de Amir Nasr-Azadani fue la cantante colombiana Shakira. Ni Leonel Messi, ni Cristiano Ronaldo, ni ningún otro futbolista con impacto mundial ha dicho nada.

Esta mezquindad que vemos en el fútbol contrasta con otros deportes. No estamos hablando de que se deba criticar al Gobierno de Irán, que sería ya mucho pedir que la FIFA criticara a un Gobierno autoritario que reprime con violencia a sus ciudadanos, de eso no. Pero que no sean capaces de enviar un mensaje, ya sea en solidaridad o pidiendo aclaraciones a Irán por el bienestar o el debido juicio de Nasr-Azadani, es solo una muestra de desinterés con los protagonistas del juego. Es verdad que el iraní no será figura nacional o internacional, pero como gremio, debería haber una mayor solidaridad de jugadores o exjugadores con plataformas que divulguen más el caso.

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Un ejemplo claro fue cómo la WTA pidió en repetidas ocasiones respuestas del gobierno chino ante la supuesta desaparición de la tenista Shuai Peng. Se rumoraba que Peng no había vuelto a aparecer en público luego de un desplante a un importante político chino. El presidente de la WTA amenazó con no volver a disputarse ningún evento oficial del campeonato en el país asiático hasta no tener claridad del tema, lo que finalmente ocurrió y Penga salió en público para calmar al mundo del tenis. Esto mismo es lo que ha faltado en el fútbol. 

Ahora, esperemos que el “motivo” de la falta de empatía era que todos estaban pendientes de cómo Messi levantaba la copa. Ahora que el torneo acabó, sería vital que se haga un ejercicio más profundo de cómo el fútbol se comporta y se maneja como gremio.

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