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Opinión: ¿Es momento de que Pedro Castillo renuncie como presidente de Perú?

El presidente de Perú, Pedro Castillo, ha tenido un mandato acompañado de escándalos, acusaciones y críticas. Es momento de que dé un paso al costado

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Foto: TW-PedroCastilloTe

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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Desde el momento en que llegó al poder, Pedro Castillo no ha tenido un momento de calma. La división del parlamento y las dificultades que el exmaestro ha tenido al conformar su gabinete, lo han dejado más tiempo defendiéndose que gobernando. Ante este panorama dificultoso, la duda es ¿qué tan oportuno es que Pedro Castillo se mantenga o renuncie como presidente de Perú?

Escándalos del Gobierno de Pedro Castillo

Pedro Castillo no ha cumplido ni 1 año y medio de su gobierno, pero ya ha afrontado 2 procesos de destitución, investigaciones de corrupción propia y de su cuñada. También ha sufrido críticas y ataques a innumerables miembros de su gabinete, el cual ha tenido que modificar, casi que mensualmente. Pocos han sido los ministros que se han mantenido desde el inicio del Gobierno.

Acá la verdad ya poco importa si todo es “una persecución política” o serios cuestionamientos al presidente. Sea verdad o mentira, lo que sí es cierto, es que Castillo no ha podido gobernar como debería y no lo podrá hacer mientras el Congreso permanezca tan dividido. Ha cambiado a su gabinete de mil formas y no ha logrado mandar un mensaje de tranquilidad ni para seguidores, ni para oposición.

Hoy, ni presidente ni Congreso tienen la legitimidad del pueblo peruano. Una Encuesta del Instituto de Estudios Peruanos dijo que el 85% del país desaprueba la gestión del Congreso, y 67% la del presidente Castillo.

Crisis política en Perú

La crisis que hoy vive de primera mano, Pedro Castillo, no es exclusiva del exlíder de Perú Libre. Desde hace varios años, la mayoría de los últimos expresidentes peruanos están siendo investigados por casos de corrupción. Adicionalmente, también en Perú ha tenido 5 presidentes desde 2016, lo que demuestra la poca estabilidad política que vive el país andino.

Pero esta inestabilidad era evidente para Castillo desde el momento en que llegó al Gobierno. Castillo venía del activismo y el sindicalismo, bajo una plataforma de un partido de izquierda tradicional. Pero con la multiplicidad de partidos en las elecciones de 2021, el actual presidente pasó a segunda vuelta con solo el 18% del apoyo popular, lo que indica que no fue la primera opción para más del 80% de los votantes peruanos. Esto hizo que su llegada al palacio presidencial careciera de suficiente legitimidad entre los demás partidos. Precisamente la oposición peruana ya ha demostrado que a penas huelen sangre de un mandatario, el parlamento actúa como pirañas y la oposición intentará controlar el Gobierno como sea posible.

Esto mismo lo vivió Castillo, quién, en a penas un poco más de un año, ya ha salido victorioso de 2 intentos de destitución por parte de la Asamblea. Los votos están divididos. La oposición tiene suficientes para controlar a Castillo y poner en riesgo a cualquier miembro del Gobierno, pero no cuenta con los necesarios para destituirlo. Están en un punto muerto.

Entonces, si el Gobierno de Pedro Castillo no ha logrado conseguir el apoyo suficiente del legislativo, una solución para la crisis actual puede ser su renuncia. Sin Castillo a la cabeza, el oficialismo le puede mandar un mensaje de diálogo a la oposición y salir del enredo político actual. La presidencia la ocuparía la actual vicepresidenta: Dina Ercilia Boluarte, quién también es la ministra de Desarrollo e Inclusión Social. El problema es que la misma Boluarte es una figura que divide, incluso, dentro de Perú Libre. En enero fue expulsada del partido por sus críticas al líder del movimiento Vladímir Cerrón.

Sin embargo, críticos de Castillo creen que una renuncia voluntaria de Castillo sería impensable. Debido a las investigaciones que se adelantan hoy en contra del mandatario y allegados. Si el presidente renuncia a su cargo para enviar un mensaje de conciliación con la oposición, su futuro judicial podría estar comprometido. Apenas salga de la presidencia, pierde el fuero que le evita ser procesado. Esto hace pensar que Castillo teme salir prematuramente.

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Además, si algo ha demostrado la oposición peruana, es su poca disposición al diálogo. Castillo no duró ni 6 meses en el cargo cuando se inició el primer proceso de vacancia. Nada garantiza que la sucesora de Castillo no enfrente a un Congreso igual de hostil. 

Lo más sano para Perú hoy es que sea el mismo Castillo y la oposición quienes reconozcan el punto muerto al que han llegado y que no permite estabilidad en el país. Castillo deberá comprometerse a dar cargos burocráticos a los demás partidos, ceder en las facciones más extremas que tanto han dividido y crear un plan de Gobierno conjunto con la oposición. Si se logra dar, seguramente el mandatario no pasa a la historia por cumplir sus promesas de campaña, pero la historia le podrá reconocer su deseo por sacar adelante una administración casi imposible.

Elecciones regionales

No obstante, el próximo domingo 2 de octubre, puede ocurrir un hecho que pueda estremecer aún más la política peruana. En las próximas semanas se llevarán a cabo las elecciones regionales y municipales. Los peruanos elegirán a 25 gobernaciones regionales, 196 alcaldías provinciales y 1694 distritales. Esto podrá dar un espaldarazo, ya sea al Gobierno o a la oposición. Cargos como la alcaldía de Lima están en juego y esto podrá dar un panorama más certero del ambiente político del Perú.

Una debacle electoral o una victoria contundente de algún bando, podrá desequilibrar la balanza a nivel nacional y permitir que se llegue a soluciones.

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