ANÁLISIS

Violencia de pandillas y turismo: la ilusión de seguridad de Costa Rica

La afirmación de Costa Rica de que la violencia de las pandillas no afecta el turismo es engañosa y plantea riesgos potenciales tanto para los locales como para los visitantes internacionales.

Costa Rica, conocida por sus exuberantes bosques tropicales y playas vírgenes, a menudo se percibe como un paraíso para los viajeros que buscan belleza natural y tranquilidad. Sin embargo, declaraciones recientes del Ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, Arnoldo André Tinoco, sugieren una disparidad preocupante entre la seguridad percibida por los turistas y la realidad de la escalada de violencia de las pandillas alimentada por el narcotráfico.

Preocupaciones de seguridad en Costa Rica

Durante un evento reciente en España, el Ministro Tinoco reconoció que la tasa de homicidios en Costa Rica ha aumentado de uno a aproximadamente 2,5 asesinatos por día, atribuyendo este aumento a los conflictos entre bandas narcotraficantes mexicanas y colombianas. Si bien Tinoco insistió en que estos enfrentamientos violentos se limitan al mundo criminal y no afectan a los ciudadanos comunes ni a los turistas, esta perspectiva es demasiado optimista y potencialmente peligrosa.

Las garantías del ministro dependen del supuesto de que la violencia puede contenerse claramente dentro del tráfico de drogas. Sin embargo, la naturaleza de esa violencia no es ni predecible ni discernible. Las guerras de pandillas no respetan la vida de los transeúntes y pueden estallar en espacios públicos comúnmente frecuentados por turistas, como mercados, carreteras e incluso centros turísticos. Declarar seguros los espacios públicos en medio de tanta agitación refleja no sólo una subestimación del problema sino también una mala comprensión de la naturaleza de los delitos violentos.

Además, el paseo casual del ministro por San José sin temor a sufrir daños pinta un panorama de seguridad que podría no ser realista para todos. Una cosa es que un funcionario gubernamental de alto rango se sienta seguro y otra muy distinta que los ciudadanos y turistas comunes y corrientes no tengan el mismo nivel de información o detalles de seguridad.

Narcotráfico y corrupción

Tinoco también señaló que Costa Rica se ha convertido en un punto clave de almacenamiento de cocaína debido a su papel como importante exportador de productos agrícolas. La interrelación del comercio legítimo con el tráfico ilícito de drogas en los principales centros de transporte, como los puertos, inevitablemente aumenta el riesgo de corrupción y violencia, que pueden afectar las zonas frecuentadas por turistas. Si bien los esfuerzos por mejorar la seguridad en estos puertos con nuevos escáneres son encomiables, no abordan el problema más amplio de la violencia relacionada con las drogas que permea a la sociedad.

Es importante señalar que la infiltración de los cárteles de la droga en un país puede corromper varios sectores, incluidos los encargados de hacer cumplir la ley y el gobierno local, lo que compromete el entorno de seguridad. Cuando a un policía se le pueden ofrecer hasta 100.000 dólares para que haga la vista gorda, como señaló el propio ministro, la fiabilidad de la policía a la hora de proteger tanto a los ciudadanos como a los turistas se vuelve cuestionable.

Comparativamente, el vecino Panamá, con una población más pequeña, tiene significativamente más agentes de policía, lo que pone de relieve los inadecuados recursos policiales de Costa Rica. A pesar de los planes para reforzar la fuerza policial, la situación actual deja mucho que desear en materia de seguridad pública.

Además del riesgo de violencia, el tráfico de drogas suele traer consigo otros delitos, como el robo y la extorsión, que pueden afectar directamente a los turistas. La desesperación económica que acompaña a esos entornos puede llevar a las personas a cometer delitos contra los turistas, a quienes se considera blancos fáciles para el robo.

Además, la historia de América Latina con la violencia de los cárteles de la droga muestra que ningún país es inmune a que sus efectos se extiendan a la población general y afecten áreas vinculadas al turismo. Países como México y Colombia han luchado durante mucho tiempo con la percepción de seguridad debido a la violencia de los cárteles, lo que sin duda ha impactado sus industrias turísticas.

Abordar las preocupaciones de seguridad

La dependencia económica de Costa Rica del turismo significa reconocer y abordar estas preocupaciones de seguridad para proteger a los visitantes y salvaguardar el futuro financiero del país. Los turistas tienen una gran variedad de destinos para elegir y la seguridad es una preocupación primordial a la hora de tomar decisiones de viaje. Pretender que la violencia de las pandillas no afecta a los turistas no hace que el problema desaparezca; sólo socava los esfuerzos por mejorar genuinamente la seguridad y la protección.

Para proteger verdaderamente tanto a sus ciudadanos como a sus turistas, Costa Rica necesita un enfoque policial y de seguridad más sólido, uno que vaya más allá de las medidas actuales. Esto incluye no sólo aumentar la presencia policial sino también mejorar sus capacidades mediante capacitación y mejores recursos. La cooperación internacional, como la mencionada con Estados Unidos para la vigilancia marítima, debería ampliarse para mejorar la inteligencia y prevenir el flujo de drogas.

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Si bien Costa Rica sigue siendo un destino hermoso y acogedor, tanto los funcionarios gubernamentales como los turistas potenciales deben reconocer y abordar las realidades de la violencia relacionada con las drogas. Reconocer el problema es el primer paso hacia la creación de un entorno más seguro para todos. Descartar el impacto de la violencia de las pandillas en el turismo no sólo engaña a los visitantes potenciales sino que también obstaculiza soluciones efectivas a una creciente crisis nacional.

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